lunes, 30 de enero de 2012

Hombre en la Luna

De una lectura desapasionada de los medios de comunicación argentinos después de las elecciones presidenciales, uno podría pensar que tenemos la peor oposición del mundo. Incluso algunos medios opositores sugirieron que la "culpa" del 54% de votos de la PNA sería de la incapacidad de la oposición de presentar una visión coherente y atractiva de país. Me parece que los argentinos tenemos como una tendencia natural a pensar que lo que nos toca vivir es peor o más desgraciado que lo que les toca vivir a los demás. Creo que hay un poco de amor por el extremo ahí: si no podemos ser los mejores, por lo menos seamos los peores. Pero no seamos un país más del montón.


Y a veces no nos damos cuenta que en todos lados se cuecen habas, y que hay cada político dando vuelta por ahí... Incluso en los llamados "países serios", que son como un espejo en el cual nos queremos reflejar. Por ejemplo, Estados Unidos, que es un país que comparte con nosotros una cierta tendencia a dividir el mundo en "algo" y "anti-algo". Y que está en campaña electoral este año. En un primer momento, parecía que el ex-gobernador de Massachusetts Mitt Romney tendría el camino allanado para la nominación a la candidatura del Partido Republicano. Pero en las últimas semanas, algunos elementos de la extrema derecha del partido han volcado sus fuerzas y su militancia en un movimiento anti-Romney.


El candidato anti-Romney en estos momentos es Newt Gingrich, un exótico ex-diputado que en los '90 lideró el movimiento conocido como "revolución republicana", de acérrima oposición al entonces presidente Clinton. Después de ganar las primarias en Carolina del Sur la semana pasada, se lo empezó a tomar un poco más en serio. Desafortunadamente no encontré traducción al castellano de su discurso en Florida la semana pasada, pero la próxima vez que despotriquemos contra lo peorcito de nuestra oposición (Duhalde, Lilita, Ricardito et al), dediquémosle un minuto de atención a Newt.


Gingrich promete que, al final de su segundo mandato como Presidente en el año 2020, Estados Unidos tendrá la primera colonia permanente en la Luna. Y va más allá en su visión: resucitó un proyecto de Ley suyo de 1981, donde propone recrear la Ordenanza Noroeste (la ley de 1787 que estableció la expansión de EE.UU. al oeste), pero esta vez para el espacio sideral. Y establece las condiciones para que, cuando la colonia llegue a los 13.000 habitantes, puede pedir su incorporación como Estado.


ELY define esta situación como "el freak show de candidatos republicanos". El New York Times propone que se vaya a candidatear como Presidente de la Luna. Y ya que estamos, que se lo lleve a Duhalde de asesor.

jueves, 19 de enero de 2012

¿Dónde queda la Argentina?

Bueno, después del quejoso tono de mi post anterior, decidí tomar el toro por las astas y empezar a tratar Los Grandes Temas. Si algo me quedó de mis clases de teoría de las relaciones internacionales es que, al hablar de cualquier tema de política internacional, la ausencia de un marco teórico implica que uno padece de una opinologitis (también conocida como doñarosismo) y termina cayendo en un artículo de diario. Por eso, antes de empezar con Los Grandes Temas me parece esencial hacerse un par de Grandes Preguntas (la metafísica de la blogudez): ¿Qué somos? ¿De dónde venimos? ¿Cuál es la razón de nuestra existencia? En otras palabras: ¿Qué lugar ocupa la Argentina en el mundo?


Creo que todos podemos estar de acuerdo en que no somos una Superpotencia - aunque escucho argumentos en contrario. En el otro extremo, en un post llamado "Lectores que diferencian entre información y campañas pagadas por el Estado", uno de los bloggeros que sí tratan Los Grandes Temas de la Política Internacional recoge un comentario (en el sentido de información y no campaña) que afirma lo siguiente:


Cada vez estoy más convencido que esta comarca, no puedo llamarla nación ya, se encamina a la fragmentación geográfica y política.


Quizá tenga razón el comentarista y esto que llamamos República Argentina sea un invento a sueldo de Fuerza Bruta, así que me voy a apurar para terminar este post rápido rápido, antes que nos desintegremos y no tenga sentido hablar del lugar de esta comarca en el sistema de naciones. Intuitivamente, podríamos decir que somos una potencia mediana, o una potencia regional, pero ¿es realmente eso lo que somos? Ahora bien, para poder responder a esa Gran Pregunta, antes tenemos que preguntar: ¿Qué es una potencia mediana?


Para no tener que pensar mucho, podríamos tratar de ubicarnos en el escenario internacional a partir de mediciones de variables que hacen al poder de un país. Por ejemplo, entre las aproximadamente 200 naciones independientes del mundo, somos la 32 en población, 8 en superficie, 27 en PIB nominal, 22 en PIB PPP, 146 en gasto militar como porcentaje del PIB, 18 en usuarios de internet, 8 en red ferroviaria, 30 en emisiones de dióxido de carbono, 45 en índice de desarrollo humano, 2 en punto más austral . Si todo se limitara a promediar nuestras distintas ubicaciones en el mundo, podríamos decir que somos una potencia mediana. Pero corremos el riesgo de contraer indexofilia, y no es un método muy científico. Así que vayamos a la teoría.


Para el realismo puro y duro, no existe eso de las potencias medianas: la Historia es escrita por las grandes potencias, y los demás países son como moscas que revolotean y se alimentan de la mierda de los grandes, hacen un ruidito molesto pero ni siquiera tienen el poder de picar como un mosquito. Pero el realismo puro y duro no existe, y hasta un autor esencialmente realista como Martin Wight terminó haciendo una distinción entre las potencias medianas y  regionales en el capítulo V (Potencias Menores) de su clásico "La Política del Poder":


Las presiones políticas no actúan de manera uniforme sobre la totalidad del sistema de Estados, y en algunas regiones culturalmente unidas pero políticamente divididas una sociedad internacional subordinada entra en escena, con un sistema de Estados que reproduce en miniatura las características del sistema de Estados general.


Cita como ejemplos de potencias regionales a Brasil y Argentina en Sudamérica, pero termina concluyendo que existe generalmente un mayor abismo entre las grandes potencias y las potencias medianas que entre estas y las potencias menores. Como definición, Wight afirma que sólo las grandes potencias tienen intereses generales y pueden "unificar continentes, dominar los mares o controlar los mercados internacionales". Pero mientras las potencias menores cuentan con "una política externa tan limitada que no llegan a tener intereses más allá de la preservación de su independencia", les reconoce (¿nos reconoce?) a las potencias medianas cierto interés general limitado a algunas cuestiones y a la región de pertenencia y cierta capacidad de acción.


Entonces la pregunta que nos debemos hacer es: ¿tenemos intereses nacionales, aunque sean limitados, que vayan más allá de mantener nuestra independencia? Y, si la respuesta fuera positiva, ¿tenemos capacidad para actuar en consecuencia? Ahora, para hacerlo más estricto: ¿nuestra acción en estos temas se prolonga en el tiempo? Creo que si los logro convencer, queridos lectores y lectoras, que en un número arbitrario (pongamos siete, porque me gusta el número 7) de Grandes Temas cumplimos con esas tres condiciones, nos podemos auto-titular una Potencia Mediana. Veamos:


1. Descolonización: es la piedra fundamental de nuestro reclamo por Malvinas. Si bien no hemos tenido el poder de fuego para recuperar las islas, hemos logrado bloquear (con un fuerte apoyo del G-77) todos los intentos británicos de aplicar el principio de auto-determinación para los kelpers. Una derrota en este campo podría implicar un plebiscito, la independencia de las islas y el fin de nuestro reclamo. Game over. No estamos como queremos, con la celeste y blanca flameando en Puerto Argentino, pero hemos logrado mantener la cuestión donde queremos: como un tema de descolonización.


2. Negociaciones comerciales multilaterales: nuestra posición ha sido coherente a lo largo de las últimas décadas, y es la posición de Cairns. Bregamos por una mayor liberalización del comercio agrícola, y jugamos un rol importante en la Ronda Uruguay. En Doha no tuvimos el poder de fuego para imponer el acuerdo que hubiéramos querido, pero sí tuvimos la autonomía para, al lado de la India, bloquear un acuerdo que hubiera sido perjudicial para nuestros intereses industriales.


3. Cambio climático: en temas ambientales nuestra postura es generalmente sólida y más que digna, pero en cambio climático somos líderes. La Argentina cumplió un papel vital en la aprobación del Protocolo de Kioto (1997), y desde entonces jugamos un rol de liderazgo en la materia. No hay mesa chica en materia de cambio climático a la que la Argentina no pueda acceder por mérito propio, y nuestra autoridad moral es ampliamente reconocida por los demás países (y nos ha costado más de una fricción con, por ejemplo, Brasil).


4. Antártida ca: en materia antártica, nuestro rol es científico, político y militar. Desde que el 22 de febrero de 1904 nuestra bandera fuera izada en la primera base antártica permanente del mundo hemos tenido presencia ininterrumpida. Fuimos uno de los 12 países signatarios del Tratado Antártico (1959), y en 2004, después de años de ardua negociación, finalmente se logró crear la Secretaría del Tratado Antártico con sede en Buenos Aires.


5. Estabilidad política regional: de cierta forma, se puede decir que somos una potencia conservadora en estos temas, ya que hemos jugado fuerte en distintas ocasiones para garantizar la estabilidad política en Sudamérica. Nuestro rol en ese sentido ha sido reconocido con el Premio Nobel de la Paz para Saavedra Lamas en 1936, y como ejemplos recientes podemos citar la reunión de emergencia de Unasur en Buenos Aires en ocasión del intento de golpe policial contra Correa en Ecuador, y el rol de Néstor Kirchner como mediador entre Colombia y Venezuela.


6. Cooperación Sur-Sur: la Argentina es uno de los más activos participantes en el sistema de cooperación internacional entre países en desarrollo. Desde la creación del Fondo Argentino de Cooperación Horizontal (FO-AR) en 1992, se han ejecutado más de 4.000 acciones de cooperación en 55 países. Además de ser propulsores de la horizontalidad en la cooperación, también somos muy activos en las modalidades de cooperación triangular (donde un país desarrollado y un país en desarrollo trabajan conjuntamente para brindar cooperación a países de menor desarrollo relativo). En la actualidad, estamos trabajando junto a Naciones Unidas para crear un observatorio de cooperación sur-sur en nuestro país.


7. Derechos Humanos: es un caballito de batalla de la Argentina en el mundo. Tenemos a Madres y Abuelas. Tenemos un Premio Nobel de la Paz. Tenemos el Juicio a las Juntas y el Nunca Más. Tenemos una Constitución de avanzada. Pero también tenemos décadas de militancia en la materia, y un gobierno que es reconocido internacionalmente por haber hecho de los derechos humanos una bandera.


En todos estos Grandes Temas, nuestro interés nacional no es simplemente discursivo, sino que se traduce en un accionar sostenido en el tiempo por gobiernos de distintos signos políticos y llevado a cabo, bajo el liderazgo del poder político, por la Cancillería en coordinación con distintas áreas de gobierno y de la sociedad civil argentina.


PS: la inspiración para este post viene, además del post anterior, de una pregunta de r. (¿somos una potencia mediana?) y de una observación de Mazingerkid ("en política exterior está todo por hacerse"). La subvaloración de las capacidades propias es, en política exterior, un error de cálculo tan grave como la sobrevaloración. El Premio Nobel de la Paz es como el Oscar de la política exterior. Latinoamérica tiene 5 en su historia, de los cuales 2 son nuestros. Para una Cancillería, es como una ISO 9000 de la diplomacia. Además de Argentina, la única Cancillería latinoamericana certificada es la mexicana (Alfonso García Robles, 1982). Ignorar ese dato es tan grave como salir por el mundo creyendo que somos Gardel.

martes, 17 de enero de 2012

Touché ... pero es obvio que Abel tiene razón

Abel viene aprovechando el tranquilo y cálido mes de enero para escribir una serie de posts sobre la agenda internacional. Haciendo un recopilado sobre lo (poco) que hay en la blogosfera sobre temas de política internacional, este bloj no está incluido. Después de mi indignación inicial por sentirme olvidado, me puse a pensar en las razones por las cuales EAyEA no estaría en la lista corta de Abel. Y la más obvia es que, bueno, revisando el historial de entradas, no hay mucho sobre "alta política internacional".


Debo decir que desde el principio traté de evitar las grandes cuestiones que, para la Argentina, son variables exógenas. Por otra parte, los Kissinger y Mitterlchöffel de la vida me aburren profundamente (hay muchos en la Cancillería). Y entonces he pasado un año y medio tratando de pintar el chiquitaje de nuestra política externa concreta en gruesas pinceladas: nuestras relaciones comerciales con China, las funcionalidades de la Cancillería,  cuestiones presupuestarias, la política externa automotriz de la Argentina, las negociaciones comerciales multilaterales, el voto del argentino en el exterior, y así por delante. También me concentré mucho en los temas de cocina interna del Ministerio encargado de llevar adelante nuestra política exterior: el ingreso a la carrera, las mujeres en la diplomacia, nuestras sedes en el exterior, el terror a la cámpora, la chusmocracia. Y muchas blogudeces varias del momento.


Pero me doy cuenta que realmente hay muy poco sobre los grandes temas: el futuro del planeta, el lugar de la Argentina. La crisis en Europa: ¿qué va a pasar con el euro? La crisis en medio oriente: ¿se logrará la tan ansiada paz? La única vez que me puse a escribir sobre la cuestión del medio oriente es porque habían unos turistas argentinos varados en Egipto. La transición en Norcorea: ¿se viene la reunificación?... es como que fuera por el mundo describiendo cada árbol que encuentro, y terminara sin darme cuenta que estoy perdido en el medio de un bosque. Y se viene la noche. Y en lugar de hacer una buena cartografía del grande bosque, me pasé un año y medio escribiendo sobre linternas, bolsas de dormir y repelentes de mosquitos. El chiquitaje que a nadie le importa.


Entonces, bueno, tocado pero no hundido. Yo también tengo un ego, a Abel lo respeto un montón, y no me gusta que me haya excluido de su listado de Blojs Importantes que Tratan Temas de Alta Política Internacional. Así que hablemos de Los Grandes Temas Que Le Interesan a la Argentina. Ehhhhhhhhhh, ¿a alguien se le ocurre alguno?

domingo, 15 de enero de 2012

Todo es cultura

Antes de empezar con el tema de este post, les quiero recomendar muy enfáticamente la lectura de "El prisma del lenguaje", del lingüista israelí Guy Deutscher, uno de los libros más interesantes publicados en castellano durante el 2011. El argumento se enmarca en la vieja discusión (casi tan vieja como la Torre de Babel) sobre el lenguaje y la cultura. En la actualidad, a partir de la obra de Noam Chomsky, predomina la visión de que la adquisición del lenguaje es un proceso natural (el llamado innatismo) y la existencia de una gramática universal. Deutscher trata de desandar ese camino y mostrar que el lenguaje que hablamos (nuestra lengua madre) tiene una gran influencia en la forma en que entendemos el mundo que nos rodea.


Y esto se enmarca en un debate con amigos sobre la importancia de la cultura en nuestra polex, y los distintos usos que puede tener la cultura argentina a la hora de avanzar nuestro interés nacional. Como siempre, el diablo muchas veces está en las definiciones. Por ejemplo, ¿qué es cultura? Deutscher empieza con tutti, mostrando que la misma definición de cultura tiene un importante aspecto cultural. Para ello, toma los cuatro idiomas más importantes de Europa Occidental y saca de diccionarios la definición para cada uno de los distintos idiomas. Del Diccionario Chambers (inglés), extrae la siguiente definición de culture:


Cultivation, the state of being cultivated, refinement, the result of cultivation, a type of civilization (exquisitez, el estado de ser culto, refinamiento, la consecuencia de ser culto, un tipo de civilización).


El Diccionario Störig (alemán) define kultur como:
Gesamtheit der geistigen un künstlerischen Errungenschaften einer Gesellschaft (la totalidad de los logros intelectuales y artísticos de una sociedad).


En francés, el Diccionario ATLIF presenta la siguiente definición de culture:


Ensemble de moyens mis en œuvre par l'homme pour augmenter ses connaisances, développer et améliorer les facultés de son esprit, notamment le jugement et le goût (conjunto de medios utilizados por el hombre para aumentar sus conocimientos, desarrollar y mejorar las facultades de su espíritu, en especial el juicio y el gusto).

Y en nuestro idioma, el Diccionario de uso del español de María Moliner aplica la siguiente definición de cultura:


Conjunto de la actividad espiritual de la humanidad.


El argumento de Deutscher es que cada una de las cuatro definiciones de cierta forma logra confirmar los estereotipos existentes sobre estas cuatro grandes culturas europeas: una elegante pero evasiva lista de sinónimos en inglés, precisa y concienzuda en alemán, pomposa, idealista y formalista en francés, y amplia y espiritual en español.


Pero cuando hablamos de la importancia de la cultura en nuestra polex, y la importancia de mostrar al mundo nuestra argentinidad, estamos hablando de algo más amplio que una definición de diccionario. Estamos hablando de cultura en un sentido antropológico, como fuera definida en 1871 por el antropólogo inglés Edward Tylor en su libro "Cultura primitiva":


En un sentido etnográfico amplio, (cultura) es esa compleja totalidad que incluye conocimiento, creencia, arte, moral, derecho, costumbre y todas las capacidades y costumbres adquiridas por el hombre como miembro de la sociedad.


Entonces promocionar la cultura argentina no se limita a llevar al mundo nuestras manifestaciones artísticas. No se trata simplemente de auspiciar un concierto de Marta Argerich, organizar un campeonato de tango, hacer un discurso de apertura en una mesa redonda sobre Borges o hacer campaña en Hollywood para que "El Secreto de sus Ojos" sea vista por más votantes de la Academia. Tampoco alcanza con la utilización de Messi o del Che Guevara como símbolos de nuestra argentinidad.


Se trata de cierta forma de representar para el exterior la totalidad de la obra de transformación de generaciones de argentinos con la materia prima que la naturaleza nos ha brindado.

miércoles, 11 de enero de 2012

Japón: una epifanía

Hace unos meses, una frase escrita por el Cookie Monster referida a Japón me quedó retumbando en la cabeza: "estos pibes están en el horno con papitas". Era una referencia a la fortaleza del yen y su (aparente) desconexión con las realidades de la economía japonesa. Hice un primer esbozo de respuesta, que no me quedó del todo mal pero tampoco me terminó de convencer. La semana pasada, escarbando la basura hasta pensé en incluir el post entre lo peorcito del bloj, pero la verdad es que no se lo merecía - hay cosas mucho peores.


Y anteayer llegué a este post de Krugman, comentando esta nota de Eamonn Fingleton. La primera reacción fue la envidia, porque en definitiva yo querría haberle respondido a Cookie de esa manera. Mi respuesta se concentró demasiado en la cuenta corriente, los equilibrios contables y algunos cambios estructurales en la economía japonesa, mientras que Fingleton lo encara con cuestiones cualitativas e ideológicas que van al punto central del argumento: lo importante no es el valor del yen en un determinado momento, sino por qué Japón no está en el horno con papitas.


Empecemos con los aspectos cualitativos. Como bien dice Krugman, Fingleton dispara con todo lo que tiene sabiendo que algunos de los tiros van a terminar dando en el blanco. El punto central del argumento es que en términos de crecimiento del PBI Japón no se ha destacado en los últimos 20 años, pero que en las variables que realmente importan (calidad de vida de la población), las "décadas perdidas" van a ser recordadas como la edad de oro.


Y en eso tiene una colección de argumentos:


  • La expectativa de vida subió 4,2 años en esas dos décadas
  • En incorporación de tecnología a la vida cotidiana, Japón sigue siendo número 1
  • El yen es una reserva de valor
  • El desempleo nunca pasó del 5%
  • La inversión en infraestructura sigue siendo top notch. En infraestructura física, Japón es sin duda el país más avanzado del mundo
  • Cita un informe que no logré encontrar de Akamai technologies que indica que de las 50 ciudades del mundo con servicio de internet más veloz, 38 se ubican en Japón
  • Los avances en materia ambiental (calidad de aire y agua, por ejemplo)
  • Gastronomía: Tokio es la ciudad del mundo con mayor cantidad de restaurantes con la máxima categoría según Michelin (16, contra 10 en París)
Hay muchos otros aspectos cualitativos que no se mencionan, como por ejemplo los esfuerzos oficiales para aumentar el espacio de vivienda por habitante, las políticas públicas para igualdad de género, disminución de jornada laboral, etc etc etc. Desde un punto de vista de las impresiones personales, cita a este artículo de William Holstein sobre la calidad de vida que disfrutan los japoneses hoy en día: las comodidades tecnológicas, la calidad del parque automotor, la organización de la sociedad. Son impresiones que, habiendo vivido en Japón, mayormente comparto.

Hablando de las impresiones, recuerdo dos vacaciones que me tomé viviendo en Japón. Normalmente trataba de acumular vacaciones para venir a la Argentina y, aunque los aviones siempre hacen escala, trataba de quedarme la mayor cantidad de tiempo en Buenos Aires. Pero una vez me bajé en EE.UU. y otra vez en Europa (mini-luna de miel). Viniendo de Japón, me llamó la atención en Europa la baja calidad de los servicios públicos, la desorganización general y el mal estado de mantenimiento de las ciudades. En EE.UU., donde los servicios son bastante superiores y las ciudades están en mejor estado de conservación que en Europa, el impacto fue por las desigualdades sociales, la riqueza extrema y los bolsones de pobreza que, en Japón, uno no ve. Uno tiende a poner a los países del primer mundo en una misma bolsa, pero de cierta forma mi impresión fue que Japón está un paso más adelante. No tanto por la riqueza, pero por la calidad de vida de la gente.

La segunda pata del argumento de Fingleton es la ideológica: por distintas razones, existe en Occidente una tendencia a menospreciar a Japón. Eso se observa incluso en la forma en que estudiamos la historia japonesa en Occidente, y es uno de los viejos caballitos de batalla de este bloj. La opinión predominante es que el desarrollo económico japonés se inicia a partir de la Restauración Meiji, y que antes que Occidente cayera con los kurofune las islas eran pobladas por bárbaros muertos de hambre con sus costumbres samurai atrasadas. Eso se observa incluso en esa tendencia a identificar el bakufu con una especie de feudalismo japonés: implica desconocer que, en 1850, Japón era un país de avanzada en materia de salud y educación pública, seguridad alimentaria, política ambiental y administración gubernamental. Le faltaba llevar a cabo la revolución industrial, y ese es el gran aporte de Occidente al desarrollo japonés.


Fingleton correctamente señala a los centros de pensamiento de la derecha neo-liberal con el mantenimiento de los prejuicios ideológicos. Para un neo-con es imposible aceptar que el éxito de Japón haya venido de la mano de un sistema basado en remedios de cuño "socialista" (regulaciones gubernamentales, políticas públicas activas) que en definitiva privilegian la distribución del ingreso por sobre la obtención de lucro por parte de las empresas.


Y Japón en larga medida ha sabido utilizar esa ideología en su propio favor. En lugar de contrarrestar las visiones apocalípticas sobre su propio futuro, las ha utilizado para no tener que pagar los costos de ser un país superdesarrollado: para no abrir sus mercados, no aumentar su cooperación internacional y no compartir los beneficios de su prosperidad. Una de las frases de cabecera en la comunidad diplomática occidental en Tokio es que Japón tiene una enorme dificultad para hacer escuchar su voz en la comunidad internacional, y que eso se deriva en incapacidad para "aplicar el reglamento" cuando corresponde. Lo que es verdad, y de cierta forma es coherente con su histórico aislacionismo.


Un buen ejemplo de esos prejuicios ideológicos se observan en el debate demográfico. Cookie afirmó que "cuando la población dejó de crecer, se terminó el milagro económico japonés". Fingleton le contesta con que, esto que en Occidente observamos como "problema crítico" y "falla de política" es, al contrario, un resultado buscado. De la misma forma que en el siglo XVII el tercer shogun Tokugawa, Iemitsu, identificó la deforestación como un problema y se embarcó en el primer programa nacional de reforestación del mundo, después de la II Guerra Mundial los japoneses decidieron controlar el crecimiento demográfico descontrolado y tratar de reducir (con políticas públicas que nunca llegaron a los extremos de las aplicadas en China) el tamaño de las familias. Si hoy Japón es el país más avanzado del mundo en robótica, es porque correctamente se identificó la necesidad de contrarrestar el control poblacional con una política activa de automatización de la producción.


El gran defecto del ensayo de Fingleton es que no incluye en su relato los acontecimientos posteriores al 11 de marzo, y lo que pasó en esas islas en los últimos meses no ha sido moco de pavo. Lo dejo para un próximo post, y me despido por hoy con la conclusión de Holstein:


Uno debe ser profundamente humilde sobre su capacidad de comprensión de la sociedad y la economía japonesas. Es un país extremadamente complejo que opera sobre la base de un sistema de valores distinto a los nuestros. Es muy fácil proyectar los valores estadounidenses, y cometer errores básicos de interpretación. Pero sigo convencido de algo: los obituarios que se siguen escribiendo para Japón en los medios occidentales ... son proclamas ideológicas, no conclusiones basadas en una observación detallada de la realidad.


lunes, 9 de enero de 2012

Adiós al progresismo (II)

Va la continuación del post de Amigo de Brutus / r. sobre el sentido de izquierda en la polex. Que lo disfruten.



Recapitulando: ser de izquierda en política exterior no implica necesariamente estar a favor de la integración sino de cierto tipo de integración, ni ser antimilitarista, ni dejar de lado el realismo. Sí implica pensar seriamente en la acumulación de poder para ganar la autonomía que asegure un tratamiento de igualdad en un sistema de autoayuda y también el compromiso de usar prudentemente ese poder acumulado con los estados menos poderosos. Tampoco implica ser necesariamente antinorteamericano...quién sabe si en un futuro ser de izquierda no implicará mirar con desconfianza a la China comunista.
Cambiemos de escala. Tal vez ser de izquierda signifique entonces, simplemente, perseguir aquellas políticas que sistemáticamente disminuyen las diferencias sociales entre los ciudadanos de nuestro propio país. Supongamos que uno combinara esta posición con la de una búsqueda de igualdad entre los estados en el sistema internacional: de izquierda sería la política exterior que persiga en el plano interno una disminución de la desigualdad y en el plano externo una acumulación de poder al mismo tiempo que una afirmación del derecho internacional sobre la base de la igualdad soberana de los estados.

¿Qué pasa entonces con los ciudadanos de otros países? ¿Cómo mirar desde la izquierda la posibilidad de hacer negocios, por ejemplo, con Guinea Ecuatorial (un régimen que hace estas cosas) si con esto lográramos hipotéticamente fortalecer a ENARSA, obtener la energía que requerimos para (re)industrializarnos y por lo tanto fortalecer nuestra situación relativa de poder sin violar el derecho internacional?
Vayamos a la teoría. Los realistas y liberales (que en esto se diferencian solamente en cómo cuentan los porotos) simplemente niegan todo el asunto: la política exterior carece de moral y los estados se guían por sus intereses.
Pero Walzer dice algo interesante para contraponer a esta perspectiva: “[sometimes] strategic arguments about what is possible or necessary are a facade behind which political and military leaders act out their deepest moral and political convictions”. El ejemplo del texto es interesante: durante el debate que tuvo lugar dentro del gobierno británico sobre el bombardeo a objetivos civiles en la segunda guerra mundial se expresaron las dos posiciones, pro y contra, en términos exclusivamente estratégicos, nada de cháchara moral. Sin embargo luego de la guerra los funcionarios que defendían cada una de las posiciones se convirtieron, en su gran mayoría, en parte de los partidos Conservador y Laborista, respectivamente. Todo esto para dejar en claro que es imposible escapar al debate sobre “la ciudad virtuosa”, diría Strauss, aún cuando uno cree que sólo suma porotos.
Walzer brinda cuatro proposiciones para una política exterior que son interesantes para discutir y que creo resumen en términos generales los valores de la izquierda en la política exterior de los que venimos hablando:

  1. La primer obligación de un estado es para con la libertad, seguridad [prosperidad e igualdad deberíamos agregar] de sus ciudadanos
  2. La segunda es no hacer daño a los ciudadanos de otros estados o reparar el daño causado.
  3. La tercera es ayudar a esos ciudadanos, cuando fuera posible, a escapar a los desastres de la vida colectiva (genocidios, limpieza étnica, etc.)
  4. La cuarta ayudarlos, cuando quisieran ser ayudados, para construir sistemas políticos no-represivos.

Walzer escribe para los EEUU y por lo tanto más adelante en su ensayo, si bien se pronuncia por la preferencia de las acciones multilaterales, dice que es aceptable la intervención unilateral cuando la intervención multilateral no es efectiva. Claramente, no vale siquiera la pena pensar una alternativa como esa para nuestro país: simplemente carecemos del poder para sustentarla. 
Walzer agrega sabiamente que “[…] the inability to act in one case doesn’t require a state, for the sake of moral consistency, to refuse to act in other cases. Prudential calculations may sometimes preclude intervention even in the face of crimes against humanity but that fact can’t be used to justify inaction in cases for which the same calculations produce a different result”
Mejor dicho: cuando estos preceptos entran en contradicción y la realidad de la política (internacional) fuerza ciertas definiciones entonces vale lo de M. Ponty tal como lo explica Rinesi “Pues bien Merleau-Ponty no sólo no se escandaliza frente a la indicación maquiaveliana de que el Príncipe debe estar preparado para, llegado el caso, “no ser bueno”, no sólo no considera a esta indicación el momento en que las consideraciones ‘políticas’ se imponen sobre los dictados morales, sino que apunta que este ‘precepto de política’ que manda conservarse dueño de sí frente al universo de los valores morales ‘bien podría ser la regla de la verdadera moral’. Es decir: que no sólo el mandato maquiaveliano de la flexibilidad frente a los dogmas morales no constituye un argumento de la política frente a la moral, sino que constituye un argumento moral. Porque en efecto, no se trata de que a veces convenga ‘no ser bueno’, sino de que, cuando ése es el caso, ‘no ser bueno’ es el único modo de ser verdaderamente bueno”.
Lo que nos queda para esas situaciones es la capacidad de hacer juicio sobre la acción política y publicarlo (rezando por que nuestros jefes sean más bien Kantianos). Un juicio que debe ser mucho más complejo que la división binaria del campo entre conservadores y progresistas como si fuera una clara línea entre buenos y malos.
Yo me siento bastante cómodo con estos principios pero escucho propuestas.

viernes, 6 de enero de 2012

Adiós al progresismo (I)

Uno de los objetivos principales de este bloj es provocar la discusión, tanto dentro de la Canci como entre el adentro y el afuera, sobre temas que hace a nuestra política exterior y a la gestión de un Ministerio en nuestro país. Publico hoy la primera parte de un muy interesante texto sobre una cuestión que puede parecer a primera vista académica o ideológica, pero que tiene implicancias profundas en la forma en que conducimos la PEA: la relación entre izquierda y política exterior. ¿Se puede pensar en una polex de izquierda?


Los diplomáticos tenemos la fama de ser esencialmente conservadores, pero ¿se puede pensar en una diplomacia zurda? Ya una vez escribí sobre diplomacia revolucionaria, y creo que esta discusión está de cierta forma relacionada con ese post de hace más de un año. El autor es, además de amigo, lector y frecuente comentarista del bloj, Amigo de Brutus/r. Que lo disfruten.

El hombre moderno es un gigante ciego. La duda respecto al progreso condujo a una crisis de la civilización occidental en su conjunto porque, a lo largo del siglo XIX, la vieja distinción entre bueno y malo, o entre el bien y el mal, se había remplazado poco a poco por la distinción entre progresista y reaccionario. Ninguna distinción simple, firme y eterna entre lo bueno y lo malo podría dar seguridad a aquellos que aprendieron a orientarse sólo a través de la distinción entre progresista y reaccionario, desde el momento en que esas gentes comienzan a dudar del progreso.
La cita es de una conferencia de Leo Strauss en la Universidad de Chicago. Luego de leer la conferencia (Progreso y Retorno) uno termina de convencerse que ser progresista simplemente carece de sentido. En definitiva lo de progresista siempre fue sospechoso como si quien se dice “progre” tuviera cierto pudor en reivindicarse de izquierda. Claro que esta sensación la arrastraba hace rato, desde que leí algunos textos de H. Arendt: izquierda y progresismo son cosas conceptualmente diferentes. 
Pero el problema simplemente se transforma, se hace más complejo. ¿Qué es la izquierda entonces, si ya no es ser progresista? Hasta ahora el autor más convincente es Bobbio: ser de izquierda es, básicamente, una actitud político/moral que privilegia entre los hombres aquellos atributos que los hacen iguales y tiene como objetivo principal de sus acciones disminuir las desigualdades que son consideradas predominantemente sociales antes que naturales. 
Recobramos con esto algunas de las certezas que se habían evaporado. Por lo menos hasta que uno llega al trabajo y se vuelve a preguntar, entre memo y memo (y éste es el tema que más me interesa): ¿Qué es ser de izquierda en política exterior?
Para intentar responder primero hay que diferenciar la política exterior de la política a secas. Lo del manual: la anarquía del sistema internacional. En cualquiera de los planos del sistema internacional que nos movamos encontramos que es un sistema (y por lo tanto tiene un cierto orden) de auto-ayuda. Entonces, de vuelta ¿qué significa ser de izquierda en un sistema de auto-ayuda?
Empecemos explorando la doxa. Cierta acusación de periodismo/política (ésta y ésta) sobre la Cancillería es que sus integrantes son de derecha porque no apoyan 100% la integración. Ergo implicitamente Integración=Izquierda. Lo primero que nos debería hacer dudar es que la integración por estos lares fue un proyecto más bien de derechas. Se dirá que ahora es otra integración, más profunda, más de izquierda. Pero ¿qué pasaría si uno comenzara a sospechar que  la integración entre países estructuralmente asimétricos sin mecanismos relevantes de compensación puede conducir a un resultado que reproduce los problemas que se querían superar?

Demos un paso anterior. La izquierda suele ser desarrollista (aunque ustedes me dirán que el PS de principios de siglo era librecambista) Si a la izquierda le interesa la industrialización supongo que no es porque sienta un amor particular por las líneas de montaje post-fordista sino porque en parte la industria no sólo crea más empleos que otros sectores sino que existe suficiente evidencia empírica de que los empleos creados son mejor pagos y con mejores condiciones laborales que en el sector primario. Y ésto reduce la desigualdad que viene a ser lo importante del asunto.
Ahora volvamos sobre la integración: si uno detectara, siendo de izquierda, ciertos problemas con nuestros mecanismos de integración por esas diferencias estructurales entre nuestros países y por la estructura misma de la integración del Mercosur, ¿debería callarse? No es razonable esperar que la FIESP nos llame la atención sobre esos temas, ¿o si?  Ser de izquierda, entonces, no es necesariamente no poner reparos a la integración. Todo depende qué tipo de integración y con qué objetivos. En definitiva, la integración no es un valor en sí mismo que pueda definirse como un proyecto de izquierda o derecha.
Mario de Palermo a veces es muy certero en sus análisis de la casa (éste por ejemplo). Es verdad que la matriz profesional de ‘la casa’ es realista (haciendo cálculos quienes son embajadores tienen como mínimo –y eso es raro – 24 años de carrera). Esa gente se formó y trabajó en otro escenario internacional. Pero la izquierda no puede ser ingenua frente a lo que significa un sistema internacional anárquico. Algo de realismo uno debe conservar, al menos como reflejo. Me refiero a que existe cierta sabiduría del realismo que uno no debería descartar livianamente (Acotación al margen: espero que Mario ya no piense que somos el cuerpo profesional más mediocre de la administración como en este editorial). Esto quiere decir que hablar en términos realistas no impide que uno sea de izquierda. Más bien, la izquierda que sólo habla desde el idealismo es la que controla los centros de estudios de la facultad.
Ahora si pensáramos en izquierda como anti-norteamericana (sin entrar en la discusión si la URSS era izquierda de verdad me parece que en el fondo del asunto, de vuelta, el valor que uno defiende es el de cierta igualdad de los actores, en este caso estatales. El problema del imperialismo son los valores de desigualdad sobre los que se sustenta. En ese caso, la izquierda debería condenar tanto a los EEUU como a Alemania en la UE.
Pero el problema es que para mí está claro que para tener derechos uno debe habitar cierto espacio reglado con posibilidad de recurrir a la (alguna) autoridad. Hoy en el sistema internacional existen instituciones capaces de ejercer de forma limitada esta función pero nadie debería dejar de tener en cuenta como esas instituciones reflejan y reproducen las asimetrías de poder. Para acceder a cierta igualdad se requiere, hasta cierto punto, ser capaz de acumular suficiente poder (en varios planos) como para poder asegurarse ese trato de igualdad. Pero esto, para ser cabalmente de izquierda, debería ser complementado con el compromiso de no usar ese diferencial de poder contra aquellos estados más débiles. ¿Y si ese proceso de acumulación de poder requiriese, por ejemplo, entrar en negociaciones con estados que violan los DDHH?
Probemos otra fórmula, izquierda = antimilitarista. Rut Diamint nos decía en el ISEN que las FFAA son un seguro que uno paga con la esperanza de no usar. Un seguro carísimo pero necesario. La izquierda debería repensar seriamente su relación con las fuerzas armadas desde un lugar que no sea la antinomia porque el mundo es un lugar peligroso y, ojalá nunca sea necesario, pero cuando uno los necesita no tiene tiempo de formar generales. Las amenazas no vienen de izquierda o de derecha, sino que son amenazas, por lo que una política de defensa puede ser compatible con ambas posturas.

miércoles, 4 de enero de 2012

Las Aventuras de Tintín

Va un post veraniego, a tono con la temperatura y las ganas de hablar de cosas light. Como para distraer la atención hasta las 12:00, hora estimada para que Scoccimaro lea el primer parte médico con los resultados de la operación a la PNA. Así que bueno, hablemos de dibujitos animados.

Fui a ver "Las Aventuras de Tintín: el secreto del Unicornio" en Corea, en 3D, con un poco de miedo. Para empezar, el viejo problema de darle vacas sagradas a Hollywood para profanar. Motion capture, computer graphics, 3D animation, todas las armas de la tecnología más moderna usadas para disfrazar lo que muchas veces se resume a la falta de un guión o de una historia para contar.

Yo no soy Fito Páez, y no voy a discutir los méritos artísticos de Spielberg. Fito exclama en La Nación (podría ser igualmente en Barcelona) que:

¡Por supuesto que no es Godard! Pero, ¿por qué pedirle peras al olmo? Steven Spielberg es un cineasta grande a su modo, e igual es un artista.
Es evidente que no es Godard... no me acuerdo haber visto películas de Godard tan buenas como E.T., Tiburón o los Cazadores del Arca Perdida, por ejemplo. Pero también es verdad que en los últimos años Spielberg no ha creado obras memorables: la Guerra de los Mundos, Minority Report, A.I. o La Terminal son todas películas de Spielberg que no me atraparon del todo. Entretenidas en algunos casos, pero menores si comparadas a sus grandes creaciones.

Pero todo esto es una introducción para decir lo que realmente quiero decir: Las Aventuras de Tintín es una película imperdible. Cuando la vi, tuve esa sensación de estar viendo de nuevo Los Cazadores del Arca Perdida por primera vez. Como estar en una montaña rusa, de esas que no te dejan respirar porque después de cada curva viene una bajada, después de cada bajada un loop, después de cada loop un tirabuzón. Y a empezar de nuevo.

Me dejó pensando en las ventajas de sumar la tecnología de animación por computadora con el capture motion. Por mejor que sea la tecnología disponible, y por más terabytes que ocupe una película, siempre me pareció que comparados con las viejas técnicas de animación los dibujos en CG quedan en desventaja. Como que les faltara vida. Aún en casos de obras maestras del CG como "Up" o "Toy Story". Y mirando la expresión de Tintín, pero principalmente la del Capitán Haddock, tenía la sensación de estar viendo un dibujo animado en serio, como los de antes.

La Tintinofilia más pura ha criticado el guión, en parte por no haber respetado a los clásicos y haber elegido mezclar elementos de los distintos cuentos para crear El Secreto del Unicornio. Sin ser un experto en la materia, me alcanzó con observar que la mayoría de los elementos importantes (y varios de los personajes antológicos, como los inspectores Hernández y Fernández, o la cantante lírica Bianca Castafiore, el ruiseñor milanés) están contenidos sin necesidad de explicar demasiado. Y creo que ahí reside la fuerza de la película: Spielberg no hizo una introducción a Tintín y al mundo creado por Hergé, sino que decidió meterse de lleno en la acción. Para los neófitos, está la entrada de Wikipedia.

No será "¿De quién es el portaligas?", pero Las Aventuras de Tintín es cine del grande. Y a su modo, es también una obra de arte pochoclero.

lunes, 2 de enero de 2012

Lo peorcito del bloj

Fin de año, época de repasar lo que termina, pronosticar lo que se viene. Es un buen momento para el auto-bombo, elegir lo mejorcito que uno logró hacer en el año y destacarlo. El año pasado caí en la tentación de hacer un post con lo mejor de este bloj. Y quedó largo, así que hice un segundo post. Lo terminé prometiendo escribir este post, un compilado de lo peorcito del bloj. Y mi sorpresa fue que mis queridos lectores ignoraron los posts recomendados, pero clickearon furiosamente el hyperlink al post que tiré como adelanto de esta colección de basura.... Así que ahí va, para festejar el año que empieza, una colección de lo peor que ha salido de estas páginas en su año y medio de existencia.


El de adentro, censurado: cuando releo mi indignación empostada de ese momento, siento vergüenza ajena. Ajena porque no puedo creer que fui yo el que escribió ese post. Realmente, ¿comparar el horror de una dictadura con mi angustia por no poder acceder al conventillo que es facebook en China? La verdad, leyendo esto con la cabeza fría, es digno del forrista más desequilibrado de La Nación que considera que vivimos en una diktadura porque el gobierno no utiliza su mayoría en el Congreso para aprobar las leyes que quiere la oposición. Sirve como recordatorio: nadie es inmune, nadie es inmune, 100 veces nadie es inmune....


CPABL: es la pobreza total de ideas. Escribir un post para decir que San Pablo es un destino importante para la Argentina, y contar que nuestro Consulado en esa ciudad está poblado de mujeres... ¡qué original y qué importante! A veces uno sufre de un ataque de falta de imaginación, pero esto ya es el colmo. Como para aprender que cuando uno no tiene nada para decir, lo mejor es no decir nada.


En Japón también se cuecen habas: no siento vergüenza por la serie de posts que escribí en marzo y abril sobre el terremoto, tsunami y crisis nuclear en Japón. Hasta me atrevo a decir que algunos de ellos, como este o este, son de lo mejorcito que salió de este bloj durante el 2011. Pero bueno, entre algunos tiros ganadores me salieron también los errores no forzados....


Alta politica (II): es lo que me pasa cuando me pongo a escribir sobre temas de los que no entiendo, como seguridad o Naciones Unidas. Se nota demasiado que no entiendo de lo que estoy escribiendo. La primera parte por lo menos tenía un par de ideas coherentes, y le rescato un intercambio de opiniones interesante con r., pero de esta segunda parte no rescato ni el papel en el que está escrito porque no está escrito en papel...


Crisis y fuga de cerebros: se iría Ricardo Fort. ¿A quién carajo le importa? Tiene razón Ernestina en pegar. Me engolosiné con un post tremendamente mal escrito de Ricky Fort en facebook, y decidí hacer un análisis frase por frase. Ahora, mi pregunta es: ¿es tan increíble que Ricky no sepa escribir? ¿Amerita que gaste mi tiempo en eso? Al pedo total, y ahora que lo leo de nuevo, ni siquiera es tan divertido como supuse cuando apreté "publicar entrada".


La serie de posts sobre Corea: lo más increíble es que por detrás de los tres posts que publiqué sobre mi laburo actual hay una buena idea. La idea de que puedo sacar material publicable a partir de mi rutina. El primer post explicando de qué se trataría la serie quedó pobre, pero no me preocupé. "Ya le voy a encontrar la vuelta", pensé. Del segundo de la serie por lo menos rescato el título (Seúl es muy cool"). No es un desastre, pero podría haber estado mucho mejor. Del tercero de la serie, el de las fotitos de Yeosu, mejor ni hablar. Por lo menos de tanta basura pude rescatar algo: un post bien escrito sobre la hipérbole, defendiendo el bodrio que es mi día a día laboral...


Así que bueno, empezamos el 2012, espero no engordar demasiado esta lista en los próximos 12 meses. Aunque no prometo nada: basura habrá, y mucha. Paciencia, a veces algunas cosas me salen bien, como este post sobre Nueva Zelanda rescatado por Nix!