martes, 19 de octubre de 2010

Diplomacia y relaciones internacionales

La relación y las diferencias entre diplomacia y relaciones internacionales es un tema recurrente en tertulias con gomías que no son del palo este. A veces me cuesta un poco explicarlo (o entenderlo), pero estoy leyendo este libro de Paul Sharp, y en la introducción desarrolla el tema de una forma elegante, que paso a resumir (no se crean que leo estas cosas normalmente, ¿eh? Tengo que hacer mi tesis para el ascenso y se me ocurrió que un poco de intelectualidad no viene mal).


Cualquier manual de introducción a las relaciones internacionales te enseña que hay tres visiones o tres tradiciones de pensamiento en cuestiones internacionales: la tradición realista (hobbesiana o maquiavélica), donde el mundo es entendido en términos de intereses y poder, los Estados son actores casi únicos y el poder debe ser equilibrado a nivel mundial; la tradición pluralista o racionalista (grociana), que analiza la realidad en términos de intereses y derechos, donde surge el rol de los organismos internacionales y se prioriza la interdependencia; y finalmente la tradición globalista o revolucionaria (kantiana), que entiende al mundo en términos de poder y derecho, y donde el sistema internacional es fuente de injusticias que deben ser corregidas. En esta última tradición, por ejemplo, se enmarcan los estudios latinoamericanos sobre la dependencia.


Ahora bien, estas tres tradiciones pueden ser entendidas como clubes a los que uno se asocia cuando empieza a pensar el mundo (yo soy realista, yo soy legalista, yo soy revolucionario). Sin embargo, para los proponentes de la Escuela Inglesa de relaciones internacionales, más que enfoques contradictorios o en pugna, las tres tradiciones son entendidas como herramientas co-existentes y complementarias que sirven, alternativamente, para echar luz a distintos aspectos de una misma realidad internacional.


En ese sentido, para Sharp la tradición diplomática parte del principio que los pueblos viven en una condición de separación: no existe una sociedad internacional, sino que existen distintos grupos de humanos que, por distintas razones, hemos decidido vivir separados. Y que esa separación se mantiene aunque tengamos que convivir en el mismo espacio físico. La diplomacia surge entonces para gerenciar esas relaciones de separación, y a partir de ese laburo surge lo que Sharp denomina "entendimiento diplomático" del mundo:


It is an understanding that privileges the plural character of human existence, the plural character of the ideas and arguments by which people make sense of their lives both to themselves and to others, and it treats as axiomatic the proposition that relations between groups are different to those within them.


A partir de ese entendimiento, surge una nueva construcción que Sharp denomina el "pensamiento diplomático": reconocer esa pluralidad de valores y de ideas implica aceptar que ciertas discusiones entre los pueblos no tienen necesariamente como resultado un consenso, y que en el plano internacional uno no debe buscar "encontrar una solución satisfactoria y cerrar un tema de una vez por todas", como uno hace en el plano interno. Entonces el pensamiento diplomático privilegia el mantenimiento de las relaciones, el mantenimiento de los canales de discusión, por sobre el contenido mismo de esas relaciones. Y por eso uno tiene que aguantar al vejestorio del ISEN repetir ad infinitum "en nuestra carrera, la forma es Fondo".


Y ese compromiso con el mantenimiento de las relaciones, esa idea de que el "show must go on" es lo que le otorga a la carrera ese tinte de conservadurismo contra el cual, Mariel querida, tendremos que seguir luchando por el resto de nuestras carreras. Sharp lo llama el compromiso con la "razón de sistema", que coexiste y por momentos excede otras razones: la razón de estado, la razón soberana o la razón de los pueblos.

4 comentarios:

Chofer fantasma dijo...

Podemos decir que los que trabajan para el estado tíenen como role model a J.M. Belgrano, cuando en realidad es más cercano Alfred P. Sloan (u otro manager famoso que les guste más).
Y no es menor la diferencia práctica. Cuando descubren que no es posible la revolución algunos optan por volverse cínicos.

Anónimo dijo...

Estimado El de adentro,

ahora sí que se me puso interesante! Lo vengo siguiendo desde su viaje a Merlín y tomé nota de las recomendaciones para las misiones comerciales.

Con relación al libro, cuanto daría por dar con ese material. Ya encontraré la forma de pedírselo prestado sin levantar el "velo" del anonimato.

Ahora bien, en pos de contribuir al debate, pensemos lo siguiente,: ¿cómo es que desarrollar esta capacidad pluralista de aceptar diferencias puede conducir al tinte conservador de la carrera? ¿No era que el pluralismo era una bandera de la izquierda? Me parece que, para sorpresa de los posmodernos, uno se puede volver conservador de tan relativista.

Sin embargo, si nuestro trabajo es mantener los canales abiertos y por eso somos conservadores, entonces lo que hace falta es redefinir los términos.

Tal vez, es momento de separar izquierda y derecha, conservadores y progresistas y libertarios y autoritarios. Tal vez el secreto sea defender una izquierda conservadora y libertaria. Izquierda en el sentido de Bobbio: capaz de avanzar los valores de la igualdad. Libertaria en el sentido de avanzar en los espacio de autonomía. Y conservadora en el sentido de Arendt, de ser capaz de transmitir hacia el futuro aquella herencia del pasado que consideramos valiosa.

En los tres casos siempre primero para nuestro grupo humano y, si se puede, para el resto del mundo.

Y me parece que no está mal ser conservadores en esto de insistir en la necesidad de nunca romper los puentes. Y eso no nos hace menos de izquierda.

Me parece en realidad, que lo que tenemos de conservadores es el tinte realista de insistir en la auto-ayuda. Eso sí que vuelve loca a la izquierda idealista cuyo radio de acción se reduce a la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA. Y sin embargo, creo que en el fondo alimenta una dosis de prudencia, tragedia o cinismo (usted elija) bastante útil al momento de tomar decisiones.

El amigo Diego Tatian decía " Si por una parte es esencial para una democracia la constitución de una sociedad civil que rompa la reducción de lo público al Estado, también lo es una responsabilidad institucional por parte de la izquierda. Aunque haya sido obscenamente saqueada, aún queda buena parte de cultura pública construida por varias generaciones de argentinos, cuya preservación requiere una responsabilidad institucional. Aquí hay una dimensión conservacionista –en el sentido en que los movimientos ecológicos usan la palabra– que la izquierda puede y debe hacer propia frente a la prepotencia progresista de la derecha tecnocrática, para la que el progreso es reproducción indefinida de lo existente, a la vez que destrucción salvaje."

Tal vez, la tradición que el ISEN (otra vez el ISEN, siempre el ISEN) se encarga de reproducir, la de mantener siempre los canales abiertos, sea parte de
aquello que la izquierda debe conservar.


Le abrazo,

r.-

Anónimo dijo...

Entiendo la idea de la diplomacia como ambito en el que se canalizan relaciones muchas veces sin posibilidad de consenso (Acoto que, en esto la polint no me parece muy distinto a la politica interna. O creemos que el Congreso es un espacio de debate de ideas del cual surgen consensos por todos aceptados caballerosamente?)

Ahora porque de ahi deducis (o Sarp) que eso impregnaria de conservadurismo a las diplomacias??? No lo veo.

Me parece que mas bien tiene que ver con la logica de reclutamiento, seleccion, la cultura de la institucion, etc...

el de adentro dijo...

Chofer: te comento igual que mis role models tienden a ser personas de carne y hueso. Dependiendo del día y de mi humor, pueden ser Chiaradia, Kreckler o Taccetti. Cuando sea grande quiero ser como ellos, como los 3 juntos, je je je...

R: si quiere mantener el velo del anonimato, podemos arreglar una entrega oculta, un paquete dejado en un ascensor o una escalera o incluso un baño de la Cancillería. Como en las películas de Matt Damon.

Leyendo tu excelente comentario, me puse a pensar que quizá mi problema sea justamente con la razón de sistema que invoca Sharp. Digo, si uno cree que el sistema en sí contiene injusticias endémicas, y que parte de la reproducción de las inequidades es sistémica, entonces estar comprometido con el mantenimiento del show te hace un poco cómplice de todo eso...

Porque por otro lado, me cuesta mucho invocar el mantenimiento de relaciones como objetivo sin especificar para qué joraca uno quiere esas relaciones. Es un poco como el "que se vayan todos", pero al revés. La movida del "que se vayan todos" es puramente formal, porque nunca plantea con qué queremos reemplazar a lo que queremos echar. Entonces, por ejemplo, echar a todos los que estaban en el 2001 para que venga Macri, sinceramente no me sirve...

Anónimo: el tinte conservador, en mi opinión, no se lo da el carácter pluralista o la canalización de relaciones sin consenso, sino ese compromiso con la razón de sistema que mencioné en la respuesta a r. Por otro lado, no es correcto comparar lo que ocurre en un parlamento con las relaciones internacionales. La palabra no es consenso, pero una vez que se cumple la regla de la mayoría, hay una ley que es obligatoria para todos. Eso no existe a nivel internacional...