más allá de la capacidad, el talento y la inteligencia de las personas nombradas en los cargos que mencioné, por la edad carecen de la experiencia necesaria para ejercer esos puestos... Al nombrar gente inadecuada en algunos puestos clave, el poder político lo que hace es avasallar al SEN, o por decirlo de forma más cruda, "cagarse" sobre toda una carrera organizada hace muchos años.
A lo que Flor contestó:
no hay jóvenes o gerontes idóneos o piolas. Hay hombre y mujeres que en la actualidad están transitando su juventud, adultez o vejez, y cuya idoneidad es absolutamente independiente de la etapa de su vida que estén transitando.
Mi error fue personalizar las cosas, y asumir que es natural que después de las cagadas que se mandaron algunas de nuestras experientes y gerontes luminarias venga un recambio generacional, y asuman jóvenes impolutos para limpiar esas cagadas. Sigo sosteniendo que esos que nombré y no nombro más (este no es un bloj de denuncia) hicieron estragos, pero si todo se limitara a eso bastaría con cambiar un par de nombres para que la Cancillería volviera a ser el paraíso terrenal que, dicen nuestros gerontes, una vez fue. Un ministerio de funcionarios de carrera, profesionales, abnegados y con vocación de servicio a la patria, que cumplían con las instrucciones de los superiores jerárquicos sin dudar y sin chistar. Y sin arrugarse la camisa blanca impoluta.
Pero todo eso fue antes, antes que.... ¿antes que qué, exactamente? Una primera aproximación me indica que la Cancillería era un lugar bárbaro antes que rascas como uno pudieran ingresar. Judíos, zurdos, wichis, putos, maestritas del conurbano, egresados de Puán y provincianos sin doble apellido. El mundo cambió, la Cancillería cambió, y sin embargo seguimos cargando con algunos de los vicios del pasado.
Uno de esos vicios es el de considerarnos superiores al poder político, y en muchos casos marcar la distinción entre "funcionarios de carrera" y "funcionarios políticos". Como en el caso del ex-comentarista y querido lector Constantino Roblas, que temerariamente afirma que el problema es que los políticos sienten un complejo de inferioridad frente a los diplomáticos y por eso nos maltratan. Es verdad que nuestra legitimidad de origen es distinta: un embajador político deriva su legitimidad de un nombramiento por parte de alguien que se sometió a la voluntad popular en las urnas, y la mía surge de haber seguido una serie de procedimientos establecidos por la ley del servicio exterior.
Pero en definitiva somos dos caras de un mismo aparato estatal, y servimos al mismo soberano. No existen legitimidades más legítimas que otras, pero mientras seguimos discutiendo si tal embajador político o tal subsecretario ni siquiera habla inglés, es militante de la cámpora o es un barón del conurbano devenido embajarasca, el mundo nos pasa por encima.
Un tema recurrente de este bloj es que hasta hace poco menos de un mes tuvimos el control total del Ministerio: los secretarios de relaciones exteriores y de comercio y el subsecretario legal, técnico y administrativo eran diplomáticos. Como integrante de una carrera, me asusta pensar que manejando un auto en una autopista vacía y sin curvas logramos chocarlo. Pero lo que más me asusta es darme cuenta que en lugar de tratar de entender porqué lo chocamos y qué podemos hacer para corregir el rumbo, la mayoría de los colegas se la pase lamentándose de que nos hayan sacado el registro de conducir, y criticando la edad o la capacidad de los que fueron legitimamente seleccionados para tratar de lograr que el auto llegue a su destino.
No existen respuestas fáciles, y ninguno de nosotros, ni pichis de cuarta más cuatro de copas que yo tienen el derecho de mirar hacia otro lado y decir "esto es culpa de tal o cual diplomático o tal o cual político". Los errores colectivos conllevan responsabilidades compartidas. No podemos usar nuestra heterogeneidad como excusa para carecer de objetivos comunes. Quizá todavía no tengamos en claro hacia donde queremos ir, pero como dijo Néstor, sabemos hacia donde no queremos volver.
Antes de terminar esto con el compromiso de meter el cuchillo e ir a fondo en los próximos meses, un par de reflexiones íntimas de fin de año: me halagó mucho que ayj afirmara que "esto es cada vez más el house organ interno extraoficial de la casa", y la verdad es que en las últimas semanas me he sorprendido por algunas repercusiones. Recibí críticas pesadas (y correctas) por haber roto las reglas del bloj y haberme metido en el fango del post anterior. Haber mantenido la disciplina a rajatabla me permitió llegar a las 200 entradas sin problemas con las autoridades (y eso que en algunas ocasiones me he zarpado), y con sólo dos instancias de auto-censura, y espero poder seguir en esta línea. Aunque para poder ser el house organ, aunque extraoficial, tendría que ser más mainstream de lo que soy...
A veces me cuesta mucho mantener el equilibrio: que los textos sean relevantes para los de adentro e interesantes para los de afuera (en esto vengo medio mal...). Si aflojo con la disciplina, me voy al joraca y no podría continuar. Si apreto las clavijas y me excedo, transformo esto en un bloj timorato y apocado. Agradezco toneladas a los lectores, seguidores, y comentaristas - y muy particularmente a los que piensan distinto que yo y se animan a comentar, incentivar y debatir.
A todos y todas, muy feliz año nuevo. La Casa todavía no está en orden, pero la vamos a terminar ordenando.
5 comentarios:
gracias por la mencion y, quizas un comentario de alguien lego por definicion:
a) si el embajador pepe es del conurbano, que? la fin y al cabo las representaciones diplomaticas no son como el siglo 18, ahora solo son (o deberian) ser la voz del poder politico, nada mas.
b) parte del resto es administracion en el sentido mas weberiano de la palabra
c) queda un resto, y quizas el mas importante, la parte comercial de promocion, pero eso, no se si es parte de la diplomacia, auqnue visto el punto a) vaya a saber
creo lo dije, pero cuando tuve que recurrir a b) me atendieron muy bien
en fin, feliz año nuevo!!
PS: vio, antes tambien habia wichis....
insisto que debería perseguirse menos al postear. No siempre se pueden hacer post geniales. Pero si deja de escribir jamás le van a salir post brishantessss como el de Nueva Zelanda.
Buen Año.
Leyéndote pensaba lo mismo que ayj, y supongo que equilibrar la balanza debe ser complicado.
Desde afuera, sólo puedo decir que estoy de acuerdo con tu visión: a veces quienes protestan por algunas cuestiones sólo defienden su lugar. También, en ocasiones, los que llegan pueden no ser los idóneos. Que sean jóvenes o señores más grandes (qué bueno que soy) no significa, per sé, tanto: el otro día citaba a Escudé, justificando el realismo periférico de los '90. Y ahora aparece en 678, je.
Feliz 2012, EdA. Extensivos a tus lectores.
Ayj: justamente ese es parte del problema. Me parece que algunos temas están siendo planteados en términos vetustos, y eso evidentemente no le hace bien a nadie...
Nix: 'chas gracias. A veces me controlo o me persigo mucho, pero prefiero que el control sea interno y no me venga a través de un llamadito telefónico....
Ricardo: equilibrar la balanza es complicado, pero a veces también es divertido. Una de mis resoluciones de año nuevo para el bloj es que este año tendremos entrevista con Escudé! Abrazo!!!
Buenas, yo tambien digo que no se persiga tanto con si gustan o no gustan los post. Ya alguien que se mete en este blog tiene que tener cierta atracción por la Polex, asi que todo va a tener algo de interesante, por mas que sea cocina interna. Y si no es este post, será el siguiente.
No me imaginé que este blog tuviese tanta repercusión puertas adentro.
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