Después de muuuuuchos años en la Argentina, intercalados con
algunas misiones cortas, otras medianas y otras largas, un día me tocaba salir
destinado al exterior. Y el día finalmente llegó. Así, después de mucho
cavilar, especular, rosquear y resignar, desde el 4 de septiembre estoy
destinado en Sidney, Estado de Nueva Gales del Sur, en Australia, sede de uno
de nuestros 62 Consulados.
Funcionalmente, dependemos de la Embajada Argentina en
Canberra (Canberra es como la Brasilia de Australia). Es la Capital, así que
allá se hace el trabajo más glamuroso: las relaciones políticas, económicas,
culturales, sociales. Los temas importantes. A diferencia de la mayoría de
nuestras Embajadas en el resto del mundo, Canberra no tiene una sección
consular. Y como no hay otro consulado en el país que no sea este, en Sidney
nos toca atender a los aproximadamente 35.000 argentinos desparramados en los
7,7 millones de km2 de este país-continente – lo que representa un territorio
ligeramente menor al de Brasil.
Si el laburo glamuroso acá no llega, ¿Qué es exactamente lo
que nos toca hacer? La verdad, bastante. Tramitar pasaportes, DNIs,
certificados de antecedentes penales, emitir certificados de supervivencia, de
residencia. Hacemos poderes, emitimos visas, legalizamos firmas. Otorgamos
opciones de nacionalidad a hij@s de argentin@s nacid@s en Australia – lo que
está muy copado, los bebés entran en el consulado siendo apátridas o con
nacionalidad australiana, los identificamos, y un par de horas de trámites
después salen argentin@s, con número de DNI 52 millones y todo!!!!! Atendemos a
argentin@s en problemas, y a veces nos toca visitar cárceles u hospitales – en
algunos casos incluso jugamos al psicólogo. Para muchos de esos trámites, y
para tratar de facilitarles la vida a nuestros compatriotas, nos toca actuar de
intermediarios con la ANSES, el ReNaPer, la policía australiana, migraciones de
ambos países y un sinnúmero de siglas que yo ni sabía que existían… De todo un
poco, realmente. Sólo entre esas cuestiones y mantener la máquina funcionando y
el Consulado abierto, los días se me pasan volando.
Todo esto para mí es un gran desafío. Es la primera vez que
me toca hacer laburo consular en gran escala. Y la verdad es que hay pocas
escalas mayores que 35.000 argentinos distribuidos en 7,7 millones de km2. Igual
no me puedo quejar. Bah, no me quejo. En lo personal, hay lugares peores para
vivir que Sidney – aunque no conozco ningún lugar más caro que este.
En lo profesional, el Consulado funciona bien. Funciona muy bien. El equipo es
bueno, con la Embajada nos llevamos de diez, el laburo está sistematizado y la
comunidad argentina en un 85% (más o menos) está satisfecha y es encantadora.
Igual por suerte hay detalles para mejorar, así no me transformo
en un simple agente del status quo. La central telefónica, por ejemplo.
Necesitamos cambiarla, urgente. Tiene como 20 años, y cobró vida propia,
tomando decisiones arbitrarias sobre el destino y el eventual almacenamiento (o
no) de cada uno de los llamados y de cada uno de los mensajes. Nos putean un
poco por este tema… el otro gran problema es que no tengo los equipos
necesarios para tramitar pasaportes fuera de Sidney, entonces la comunidad que
vive por ejemplo en Perth (4.000 km de distancia, ponéle) tiene que viajar 5
horas en avión para documentarse. Son mis desafíos para los próximos meses,
creo que si los soluciono subo del 85% de satisfacción a un 95. Y me voy a la playa tranquilo...