viernes, 6 de enero de 2012

Adiós al progresismo (I)

Uno de los objetivos principales de este bloj es provocar la discusión, tanto dentro de la Canci como entre el adentro y el afuera, sobre temas que hace a nuestra política exterior y a la gestión de un Ministerio en nuestro país. Publico hoy la primera parte de un muy interesante texto sobre una cuestión que puede parecer a primera vista académica o ideológica, pero que tiene implicancias profundas en la forma en que conducimos la PEA: la relación entre izquierda y política exterior. ¿Se puede pensar en una polex de izquierda?


Los diplomáticos tenemos la fama de ser esencialmente conservadores, pero ¿se puede pensar en una diplomacia zurda? Ya una vez escribí sobre diplomacia revolucionaria, y creo que esta discusión está de cierta forma relacionada con ese post de hace más de un año. El autor es, además de amigo, lector y frecuente comentarista del bloj, Amigo de Brutus/r. Que lo disfruten.

El hombre moderno es un gigante ciego. La duda respecto al progreso condujo a una crisis de la civilización occidental en su conjunto porque, a lo largo del siglo XIX, la vieja distinción entre bueno y malo, o entre el bien y el mal, se había remplazado poco a poco por la distinción entre progresista y reaccionario. Ninguna distinción simple, firme y eterna entre lo bueno y lo malo podría dar seguridad a aquellos que aprendieron a orientarse sólo a través de la distinción entre progresista y reaccionario, desde el momento en que esas gentes comienzan a dudar del progreso.
La cita es de una conferencia de Leo Strauss en la Universidad de Chicago. Luego de leer la conferencia (Progreso y Retorno) uno termina de convencerse que ser progresista simplemente carece de sentido. En definitiva lo de progresista siempre fue sospechoso como si quien se dice “progre” tuviera cierto pudor en reivindicarse de izquierda. Claro que esta sensación la arrastraba hace rato, desde que leí algunos textos de H. Arendt: izquierda y progresismo son cosas conceptualmente diferentes. 
Pero el problema simplemente se transforma, se hace más complejo. ¿Qué es la izquierda entonces, si ya no es ser progresista? Hasta ahora el autor más convincente es Bobbio: ser de izquierda es, básicamente, una actitud político/moral que privilegia entre los hombres aquellos atributos que los hacen iguales y tiene como objetivo principal de sus acciones disminuir las desigualdades que son consideradas predominantemente sociales antes que naturales. 
Recobramos con esto algunas de las certezas que se habían evaporado. Por lo menos hasta que uno llega al trabajo y se vuelve a preguntar, entre memo y memo (y éste es el tema que más me interesa): ¿Qué es ser de izquierda en política exterior?
Para intentar responder primero hay que diferenciar la política exterior de la política a secas. Lo del manual: la anarquía del sistema internacional. En cualquiera de los planos del sistema internacional que nos movamos encontramos que es un sistema (y por lo tanto tiene un cierto orden) de auto-ayuda. Entonces, de vuelta ¿qué significa ser de izquierda en un sistema de auto-ayuda?
Empecemos explorando la doxa. Cierta acusación de periodismo/política (ésta y ésta) sobre la Cancillería es que sus integrantes son de derecha porque no apoyan 100% la integración. Ergo implicitamente Integración=Izquierda. Lo primero que nos debería hacer dudar es que la integración por estos lares fue un proyecto más bien de derechas. Se dirá que ahora es otra integración, más profunda, más de izquierda. Pero ¿qué pasaría si uno comenzara a sospechar que  la integración entre países estructuralmente asimétricos sin mecanismos relevantes de compensación puede conducir a un resultado que reproduce los problemas que se querían superar?

Demos un paso anterior. La izquierda suele ser desarrollista (aunque ustedes me dirán que el PS de principios de siglo era librecambista) Si a la izquierda le interesa la industrialización supongo que no es porque sienta un amor particular por las líneas de montaje post-fordista sino porque en parte la industria no sólo crea más empleos que otros sectores sino que existe suficiente evidencia empírica de que los empleos creados son mejor pagos y con mejores condiciones laborales que en el sector primario. Y ésto reduce la desigualdad que viene a ser lo importante del asunto.
Ahora volvamos sobre la integración: si uno detectara, siendo de izquierda, ciertos problemas con nuestros mecanismos de integración por esas diferencias estructurales entre nuestros países y por la estructura misma de la integración del Mercosur, ¿debería callarse? No es razonable esperar que la FIESP nos llame la atención sobre esos temas, ¿o si?  Ser de izquierda, entonces, no es necesariamente no poner reparos a la integración. Todo depende qué tipo de integración y con qué objetivos. En definitiva, la integración no es un valor en sí mismo que pueda definirse como un proyecto de izquierda o derecha.
Mario de Palermo a veces es muy certero en sus análisis de la casa (éste por ejemplo). Es verdad que la matriz profesional de ‘la casa’ es realista (haciendo cálculos quienes son embajadores tienen como mínimo –y eso es raro – 24 años de carrera). Esa gente se formó y trabajó en otro escenario internacional. Pero la izquierda no puede ser ingenua frente a lo que significa un sistema internacional anárquico. Algo de realismo uno debe conservar, al menos como reflejo. Me refiero a que existe cierta sabiduría del realismo que uno no debería descartar livianamente (Acotación al margen: espero que Mario ya no piense que somos el cuerpo profesional más mediocre de la administración como en este editorial). Esto quiere decir que hablar en términos realistas no impide que uno sea de izquierda. Más bien, la izquierda que sólo habla desde el idealismo es la que controla los centros de estudios de la facultad.
Ahora si pensáramos en izquierda como anti-norteamericana (sin entrar en la discusión si la URSS era izquierda de verdad me parece que en el fondo del asunto, de vuelta, el valor que uno defiende es el de cierta igualdad de los actores, en este caso estatales. El problema del imperialismo son los valores de desigualdad sobre los que se sustenta. En ese caso, la izquierda debería condenar tanto a los EEUU como a Alemania en la UE.
Pero el problema es que para mí está claro que para tener derechos uno debe habitar cierto espacio reglado con posibilidad de recurrir a la (alguna) autoridad. Hoy en el sistema internacional existen instituciones capaces de ejercer de forma limitada esta función pero nadie debería dejar de tener en cuenta como esas instituciones reflejan y reproducen las asimetrías de poder. Para acceder a cierta igualdad se requiere, hasta cierto punto, ser capaz de acumular suficiente poder (en varios planos) como para poder asegurarse ese trato de igualdad. Pero esto, para ser cabalmente de izquierda, debería ser complementado con el compromiso de no usar ese diferencial de poder contra aquellos estados más débiles. ¿Y si ese proceso de acumulación de poder requiriese, por ejemplo, entrar en negociaciones con estados que violan los DDHH?
Probemos otra fórmula, izquierda = antimilitarista. Rut Diamint nos decía en el ISEN que las FFAA son un seguro que uno paga con la esperanza de no usar. Un seguro carísimo pero necesario. La izquierda debería repensar seriamente su relación con las fuerzas armadas desde un lugar que no sea la antinomia porque el mundo es un lugar peligroso y, ojalá nunca sea necesario, pero cuando uno los necesita no tiene tiempo de formar generales. Las amenazas no vienen de izquierda o de derecha, sino que son amenazas, por lo que una política de defensa puede ser compatible con ambas posturas.

3 comentarios:

Lodovico Settembrini dijo...

Caro Fatherly Leader, necesario post. Espero con ansias su continuación.
Abrazos

el de adentro dijo...

Necesario no sólo por el tema y la calidad, sino por el lujo de tenerlo a r. de bloguero invitado! Me pregunto cuando tendré el honor de tenerlo a Ud. tb!!!!

Anónimo dijo...

un lego como yo diria que quiere leer la 2da parte.
saludos
ayj
PS: tambien creo que el unico seguro es el de algunos paises con tecnologia adecuadavpxplum