- Algunas voces le recomendaban tirarse a la Presidencia en el 2007, aún sabiendo que no tenía chances de ganar. Como dice esta nota de Fernández Díaz en La Nación de enero de 2007, esa postura tenía como fundamento la posibilidad de alzarse con un 25-30% de los votos nacionales y posicionarse como líder de la oposición entre el 2007 y el 2011.
- Otras voces, incluyendo la de Durán Barba, afirmaban que la mejor plataforma para acceder a la Presidencia era mostrando gestión desde la Ciudad. Si bien el gran riesgo de esta estrategia era la posibilidad que una alianza Filmus-Telerman en el ballotage le generara a Macri la segunda derrota consecutiva (después de perder en el ballotage con Ibarra en el 2003), con el adelanto de las elecciones porteñas al 3 de julio se recalentó el puterío entre los dos candidatos peronistas y el equipo de Macri vislumbró una cuña por donde meterse y ganar las elecciones.
La disyuntiva que enfrenta cualquier equipo de campaña de Macri es su alta imagen negativa. Mauricio es un candidato que polariza: sus seguidores son muy ferventes, pero sus detractores también lo son. En ese sentido, hay que reconocer que su campaña en el 2007 fue impecable. Los porteños nos desayunamos con un Maurizio paz y amor abrazando villeritas en Lugano y contándonos de la Era de Acuario. Con su partenaire en esta aventura, diseñada a medida del votante de la UCR, bailaron todo el camino hacia un aplastante 61%.
En febrero de 2007 Clarín comparaba a Macri con Lavagna como dos potenciales candidatos presidenciales, indicando que distintos encuestadores les asignaban entre un 12 y un 20% de intención de voto. El relato de la épica macrista, versión 2007, imaginaba la gestión de la ciudad como una vidriera desde la cual la Presidencia en 2011 sería casi inevitable.
El problema de Macri es que eso no ocurrió, y hoy está exactamente en el mismo lugar que estaba hace 4 años. Con un 14-20% de intención de voto, sin una estructura nacional que le permita soñar con el batacazo, corre a la Presidencia con la esperanza de que una derrota digna lo catapulte a la posición de líder de la oposición. No caben dudas que todo podía haber sido mucho peor - basta comparar el lugar donde está Macri hoy con el que ocupa, por ejemplo, Lavagna. Su dilema es entonces elegir el lugar que ocupará en los próximos 4 años a efectos de maximizar sus chances en el 2015.
Una parte de la explicación del problema se encuentra en falencias de la propia gestión. Pero esa visión que tenemos en el anti-macrismo de que su gobierno es un desastre total y evidente es simplista. Por otra parte, aún si aceptamos la visión de sus seguidores de que es un gran Jefe de Gobierno, el elefante sigue estando en la habitación: ¿por qué esa "grandeza" no se traduce en un mejor posicionamiento?
Lo que está en tela de juicio, entonces, es esa apuesta hecha 4 años atrás por el poder territorial como paso necesario para conquistar el premio mayor. Desde esa lógica, la C.A.B.A. no es suficiente para tan altas aspiraciones. Pero renunciar abiertamente a tamaña responsabilidad conlleva sus riesgos - principalmente si su delfín o delfina no logra revalidar en las urnas. Si el error fue no haber elegido el camino de llegar a la Presidencia "por encima de la política" ya no hay vuelta atrás. No se puede recitar pureza después de 4 años de barro.
Pelear para mantener el territorio es la opción más segura, pero el riesgo de Macri es que jugar a lo seguro lo puede dejar, en cuatro años más, en el mismo lugar que está hoy. Ya le pasó una vez. En este escenario, lo ideal sería Larreta gestionando y Mauricio construyendo la estructura nacional, pero los votos no están. Si encuentra la salida de su laberinto, Macri habrá logrado lo que parecía imposible: un partido de derecha en la Argentina - y la posibilidad intacta de un día ser Presidente. Un error, y su experiencia habrá sido más efímera que la U.Cé.Dé.
El problema de Macri es que eso no ocurrió, y hoy está exactamente en el mismo lugar que estaba hace 4 años. Con un 14-20% de intención de voto, sin una estructura nacional que le permita soñar con el batacazo, corre a la Presidencia con la esperanza de que una derrota digna lo catapulte a la posición de líder de la oposición. No caben dudas que todo podía haber sido mucho peor - basta comparar el lugar donde está Macri hoy con el que ocupa, por ejemplo, Lavagna. Su dilema es entonces elegir el lugar que ocupará en los próximos 4 años a efectos de maximizar sus chances en el 2015.
Una parte de la explicación del problema se encuentra en falencias de la propia gestión. Pero esa visión que tenemos en el anti-macrismo de que su gobierno es un desastre total y evidente es simplista. Por otra parte, aún si aceptamos la visión de sus seguidores de que es un gran Jefe de Gobierno, el elefante sigue estando en la habitación: ¿por qué esa "grandeza" no se traduce en un mejor posicionamiento?
Lo que está en tela de juicio, entonces, es esa apuesta hecha 4 años atrás por el poder territorial como paso necesario para conquistar el premio mayor. Desde esa lógica, la C.A.B.A. no es suficiente para tan altas aspiraciones. Pero renunciar abiertamente a tamaña responsabilidad conlleva sus riesgos - principalmente si su delfín o delfina no logra revalidar en las urnas. Si el error fue no haber elegido el camino de llegar a la Presidencia "por encima de la política" ya no hay vuelta atrás. No se puede recitar pureza después de 4 años de barro.
Pelear para mantener el territorio es la opción más segura, pero el riesgo de Macri es que jugar a lo seguro lo puede dejar, en cuatro años más, en el mismo lugar que está hoy. Ya le pasó una vez. En este escenario, lo ideal sería Larreta gestionando y Mauricio construyendo la estructura nacional, pero los votos no están. Si encuentra la salida de su laberinto, Macri habrá logrado lo que parecía imposible: un partido de derecha en la Argentina - y la posibilidad intacta de un día ser Presidente. Un error, y su experiencia habrá sido más efímera que la U.Cé.Dé.
2 comentarios:
yo no quisiera ser malo, pero el titulo del post anterior deberia ser el de este post, no?
ayj
jua jua jua, touché.
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