sábado, 8 de enero de 2011

La felicidad, ja ja ja ja

El otro día me quedé colgado con este post de Musgrave en FP. El post era sobre ese índice happy planet que critiqué hace unos meses, y entre los comentaristas generó cierta confusión el objeto de la medición del índice y los componentes del mismo. En el fondo, creo que hay un problema serio con los intentos de medir a la felicidad. Unfor, por ejemplo, comentó:


Si vamos a hilar fino; la felicidad está en determinados momentos. Si la configurás como un objeto que perseguir cagaste, porque te atás al sufrimiento de intentar poseerla, asimilándola a recursos que apoyarían su razón de ser, y en ese sentido, el valor fundamental que te ofrece el sistema es la guita. Ahí estaría el sustento de este ensueño de alcanzarla.

El problema empieza con que el diccionario define a la felicidad como "Estado del ánimo que se complace en la posesión de un bien". Pero ¿poseer es ser feliz? Prosigue identificando a la felicidad con la satisfacción, el gusto y el contento. Pero no me convence: contentarse con la satisfacción me parece de mal gusto. Quisiera creer que los requisitos de ingreso a la felicidad son más estrictos que los del contento. Y no necesariamente similares. Digo, ¿tenemos que asumir que Mick Jagger cuando canta I can't get no satisfaction nos está confesando su incapacidad de ser feliz?


Y me voy a santa wikipedia, a ver que me cuenta del asunto:


La felicidad es un estado de ánimo que se produce en la persona cuando cree haber alcanzado una meta deseada y buena. Tal estado propicia paz interior, un enfoque del medio positivo, al mismo tiempo que estimula a conquistar nuevas metas. Es definida como una condición interna de satisfacción y alegría.

Aunque es más preciso que el diccionario, al relacionar la felicidad con alcanzar un objetivo (justo lo que Unfor criticaba) sigue siendo una visión materialista. Casi como que la búsqueda en sí fuera incompatible con la felicidad misma. Y eso a veces parece tan incompatible con nuestra experiencia personal - propensos que somos a identificar esos momentos de felicidad con el período previo a alcanzar la meta.

Aún felices en el matrimonio, añoramos las etapas iniciales del cortejo, el descubrimiento del otro y del mundo juntos - los identificamos con los momentos de felicidad más intensa. A veces más intensa que el casamiento en sí. En un trabajo, muchas veces nos queda marcado en la memoria todo el trabajo preparatorio de un gran proyecto o evento, el sentimiento de camaradería, los momentos heroicos el día previo cuando todo parecía que se caía a pedazos (creo que Walter sabe de qué estamos hablando... ). Y el momento en sí, alcanzar el logro, pasa como un flash. Cuando todo sale bien.


Porque uno también fracasa. En la vida, en el amor, en el trabajo, con su familia o en ese curso de alemán. Y si la felicidad es alcanzar el logro, el fracaso impediría la felicidad - y no creo que siempre sea así. Al contrario, creo que la felicidad y el éxito son independientes. Un poco de la culpa de nuestra confusión con la felicidad la tienen los griegos y los filósofos. Durante siglos, nos han enseñado que el eudemonismo es felicidad. Pero la eudaimonia es una felicidad parcial: es virtud, es vida plena, es bienestar. La eudaimonia está por detrás de la utilidad, ese concepto que los economistas quieren hacer pasar como un proxy de la felicidad.


Me parece que el gran problema es que en Occidente hemos hecho durante milenios un esfuerzo denodado y explícito para excluir a la idea de placer del concepto de felicidad.


Y ese problema está por detrás de las insuficiencias de la economía de la felicidad. Primero uno tiene que medir. Y como es imposible medir la felicidad (como también es imposible medir el amor), se usan proxies, objetivos y subjetivos. Los proxies objetivos son, generalmente, medidas de bienestar (duración y calidad de vida). Entonces muchas veces esos supuestos índices de felicidad no miden si somos o no felices - miden si somos o no escandinavos. Subjetivamente, se usan encuestas sobre la percepción que uno tiene de su propia felicidad y bienestar. Pero cualquier cientista más o menos serio entiende los peligros de confundir la percepción de una cosa con la cosa misma.


Yo creo que, en el fondo, el error es tratar de medir la felicidad cuando todavía no tenemos en claro qué es lo que la produce. Quizá en el futuro, con avances en técnicas de scanner cerebral, podamos empezar a entender y medir ciertos conceptos "abstractos" que hoy en día no podemos terminar de captar por tratarse, en buena medida, de construcciones sociales y culturales.

Entonces parece haber una incompatibilidad entre las políticas públicas y la felicidad. No tiene sentido hablar de políticas conducentes a la felicidad, cuando en verdad la felicidad es una búsqueda absolutamente personal. Las políticas públicas pueden buscar otros objetivos, como la satisfacción o el bienestar de la población. Políticas que coadyuven a un mayor bienestar pueden, indirectamente, ayudar a aumentar los valores de la felicidad (como una inflación de felicidad).

Pero de la felicidad propiamente dicha nos tenemos que encargar cada uno de nosotros.

4 comentarios:

Matías dijo...

Gran post.

10 puntos a la última reflexión, a pesar de que uno podría matizarla, claro.

Anónimo dijo...

Pero el relevo estadístico no se compromete con un significado de "felicidad", ni sobre las dimensiones colectivas e individuales que pueda tener en cada cultura. Tampoco con una definición de "bienes" o "posesión"; al contrario, dichas estadísticas suelen concluir que los individuos / sociedades más "felices" son las que entienden esos bienes y posesiones en un sentido menos mercantil.

Fabián

el de adentro dijo...

Gracias Matías!!

Fabián: ahora mi gran duda es justamente si uno puede decir que un individuo o sociedad es "más feliz" que otro. Por otra parte, una persona que es feliz acumulando bienes solo puede ser feliz en un ambiente de prosperidad...

Peter de A. dijo...

Yo también, había escrito un post sobre el mismo tema. Creo que llegamos a una conclusión similar, si bien en mi caso con mayor incertidumbre.

Saludos