Mi respuesta a los amigos fue en el sentido que todo el episodio me generaba muchas dudas y eso me imposibilitaba pensar o escribir claramente. Uno de ellos me contestó que no entender de algo nunca me impidió publicar mis blogudeces. El otro me dijo que en realidad más que duda yo tenía la certeza de que el gobierno argentino meó fuera del tarro y que eso me impedía escribir sobre el tema. Sólo uno de los dos tiene razón, porque si hay algo que este caso no me genera es certezas.
Escucho las explicaciones políticas de uno y otro lado, y todo me genera más dudas... pero a veces leo notas como esta de ayer y esta de hoy de La Nación que me llenan de esperanza. Porque en estas notas no hay lugar para la duda. Leyéndolas, me queda muy claro que el gobierno estadounidense está "desconcertado" y "sorprendido" con la actitud del gobierno argentino. Que lo único que pide Washington es abandonar las posturas infantiles, o los caprichos, y tratar de solucionar esto en un marco de racionalidad y madurez. La certeza es acaparadora: no deja lugar para plantearse si el gobierno argentino actuó correctamente. No deja espacio para revisar el rol que jugaron la Aduana Argentina, la Cancillería Argentina, o la Justicia Argentina. En un festival de infantilidades, los organismos públicos argentinos no deberían actuar, porque cuando lo hacen es para el papelón...
Pero también he leído notas en la blogosfera nac&pop donde no queda márgen para la duda: fue el equivalente a un intento de invasión. Tanta certeza me causa un poco de envidia. Tratar de entender lo que realmente ocurrió es un ejercicio de futilidad en el medio de tantas certezas a priori.
Pero bueno, asumamos por un momento que La Nación es un diario serio y que su lectura es, políticamente, la correcta. La incautación fue un caprichito más de la PNA, es una bronquita que tiene porque Obama no viene a la Argentina y la ventila con pelotudeces como cotejar una lista presentada por el gobierno estadounidense con los elementos contenidos en un avión militar de carga. Pobre, debe estar muy al pedo y usa estos pequeños instrumentitos de poder que tiene para sentirse, no sé, algo. Lo hace de resentida.
Asumamos que todo eso es correcto, entonces políticamente hablando la solución es devolver inmediatamente el material incautado. O por lo menos la caja de la discordia, que parece ser lo único que le interesa a EE.UU.
Ahora, ¿cómo se instrumenta esa solución? Digo, hay una causa por contrabando en la justicia. También tenemos un escollito que se llama Constitución y que establece la independencia de poderes. El Ejecutivo no tiene forma de entrar a un Tribunal, pedirle al Sr. Juez la cajita feliz y alegremente llevarla a la Embajada de EE.UU. para su cordial devolución - a menos que se invoque Razón de Estado para hacerlo, y la verdad es que no sé como se puede instrumentar...
Creo que los Estados Unidos tienen un mecanismo legal para tratar de encontrar una solución rápida a su problemita. Invocando el artículo 116 de la Constitución Argentina, un buen equipo de abogados puede solicitar la intervención directa de la Corte Suprema. Bah, no sé, quizá sea ingenuo de mi parte, pero me parece más efectivo que quedarse pasmado, azorado e hipotenso frente a un periodista.
Escucho las explicaciones políticas de uno y otro lado, y todo me genera más dudas... pero a veces leo notas como esta de ayer y esta de hoy de La Nación que me llenan de esperanza. Porque en estas notas no hay lugar para la duda. Leyéndolas, me queda muy claro que el gobierno estadounidense está "desconcertado" y "sorprendido" con la actitud del gobierno argentino. Que lo único que pide Washington es abandonar las posturas infantiles, o los caprichos, y tratar de solucionar esto en un marco de racionalidad y madurez. La certeza es acaparadora: no deja lugar para plantearse si el gobierno argentino actuó correctamente. No deja espacio para revisar el rol que jugaron la Aduana Argentina, la Cancillería Argentina, o la Justicia Argentina. En un festival de infantilidades, los organismos públicos argentinos no deberían actuar, porque cuando lo hacen es para el papelón...
Pero también he leído notas en la blogosfera nac&pop donde no queda márgen para la duda: fue el equivalente a un intento de invasión. Tanta certeza me causa un poco de envidia. Tratar de entender lo que realmente ocurrió es un ejercicio de futilidad en el medio de tantas certezas a priori.
Pero bueno, asumamos por un momento que La Nación es un diario serio y que su lectura es, políticamente, la correcta. La incautación fue un caprichito más de la PNA, es una bronquita que tiene porque Obama no viene a la Argentina y la ventila con pelotudeces como cotejar una lista presentada por el gobierno estadounidense con los elementos contenidos en un avión militar de carga. Pobre, debe estar muy al pedo y usa estos pequeños instrumentitos de poder que tiene para sentirse, no sé, algo. Lo hace de resentida.
Asumamos que todo eso es correcto, entonces políticamente hablando la solución es devolver inmediatamente el material incautado. O por lo menos la caja de la discordia, que parece ser lo único que le interesa a EE.UU.
Ahora, ¿cómo se instrumenta esa solución? Digo, hay una causa por contrabando en la justicia. También tenemos un escollito que se llama Constitución y que establece la independencia de poderes. El Ejecutivo no tiene forma de entrar a un Tribunal, pedirle al Sr. Juez la cajita feliz y alegremente llevarla a la Embajada de EE.UU. para su cordial devolución - a menos que se invoque Razón de Estado para hacerlo, y la verdad es que no sé como se puede instrumentar...
Creo que los Estados Unidos tienen un mecanismo legal para tratar de encontrar una solución rápida a su problemita. Invocando el artículo 116 de la Constitución Argentina, un buen equipo de abogados puede solicitar la intervención directa de la Corte Suprema. Bah, no sé, quizá sea ingenuo de mi parte, pero me parece más efectivo que quedarse pasmado, azorado e hipotenso frente a un periodista.
3 comentarios:
es que estimado, eso seria dejar el imperium de lado, y no creo que sea el caso
ayj
Si lo que esas notas de "La Nación" fueran ciertas, significaría que CFK piensa con las hormonas y no con las neuronas. Ese razonamiento no sólo es gorila sino también machista. Y hay muchos (machistas, no gorilas).
Eddie
Ayj: como dije, muy ingenuo de mi parte...
Eddie: un gusto verlo por aca!!!! Hay mucho de los dos, je je je.
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