miércoles, 20 de marzo de 2013

¿Quién es el más malo?

Alien vs predator
Jason vs Freddy
Mirta vs Moria
Hitler vs Stalin

Con tanta maldad suelta en este mundo, es difícil contestar la pregunta. Entre los (muchos) libros que me traje a Angola, el más mamotreto de todos es "La corte del zar rojo", una especie de biografía de Stálin escrita por Simon Sebag Montefiore, de quien ya había leído "El joven Stalin". Aunque yo ya había leído anteriormente sobre la historia de la URSS, lo que me sorprendió de El joven Stalin es que se concentra justamente en la formación de Iosif Dzhugashvilli y entra a fondo en la vida privada del joven que vendría a ser Stalin.

En la corte del zar rojo sigue por el mismo camino, y en lugar de discutir sobre las políticas o las consecuencias de dichas políticas (lo que uno puede leer en un libro de historia), pone el foco en las personas que tomaban las decisiones, el ambiente en el cual las decisiones eran tomadas y las relaciones entre ese círculo íntimo que concentraba la suma del poder político en la Unión Soviética.

Ya al inicio del libro, cuando se trata el periodo de colectivización de la agricultura iniciado en 1928 y la gran hambruna de 1929-30, ese enfoque queda en evidencia. Las razones y las herramientas utilizadas pasan a un plano totalmente secundario, y la narración se concentra en las reacciones de los líderes (incluyendo a Stalin) a las noticias de hambruna, las discusiones que tenían, las distintas posturas incluso personales. En ese sentido, el libro oscila entre la humanización de los personajes y la constatación de que dotarlos de humanidad no los excusa de los crímenes que cometieron.

Y con relación a la pregunta del título, en el prólogo del libro Montefiore hace una observación muy interesante sobre el tema:


Casi todo el mundo ha caído en la tentación de echar la culpa de todos los crímenes a un solo hombre, Stalin. En la actualidad hay en Occidente una obsesión por el culto a la maldad: una competición tan macabra como inútil entre Stalin y Hitler para determinar cuál fue "el dictador más malvado del mundo" mediante el cómputo de sus supuestas víctimas. Eso es demonología, no historia. Semejante actitud tiene como consecuencia inculpar de todos los crímenes únicamente a un loco y no nos permite extraer ninguna lección ni respecto al peligro de las ideas y sistemas utópicos ni en lo concerniente a la responsabilidad de los individuos.

En ese sentido, La corte del zar rojo es más bien un retrato de un grupo de personas que condujeron a un Imperio en una coyuntura clave de su historia. En esa composición, los personajes están pintados con distintos colores que indican su relación con el centro del sistema (el propio Stalin) y con los otros personajes de la historia, y el papel que desempeñaban en ese sistema.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Querido De Adentro: me alegro mucho que hayas encarado la lectura del Zar Rojo, libro al que llegué por tus comentarios sobre el Joven S.

La lectura de tan tremebundo libro es toda una experiencia. Recuerdo haberlo llevado en un viaje, y que entre la mañana y el final del desayuno el tipo se había cargado centenas o miles. Eso sin contar la historia de los “muchachos” Yezov, Abakumov y el cien veces extraordinario (por lo brillante y por lo cruel) Beria.

A mi sí se me dio por la comparación con Hitla, cuya biografía venía de leer (lo mío es masoquismo puro). Y me parecieron dos casos bien distintos. Creo entrever una razón para encontrar más escalofriante (o escalofriante de una manera completamente distinta) Stalin que Hitler. Y nada tienen que ver las cantidades industriales de muertos de cada uno. Si no por lo siguiente: H fue un mesiánico delirante en sus comienzos y en sus finales. Solo fue un político en el medio, en su ascenso y consolidación en el poder. Su crueldad era más abstracta y su megalomanía lo autoconsumía.

En cambio, Stalin fue un político hasta el último instante. Jamás lo ganó el delirio, ni nadie intentó siquiera suponer que pudiera haber estado loco. Lo suyo fue siempre cálculo y razón instrumental. Desde los robos de bancos de Tilsit, a las purgas de la “conspiración de los médicos”. El tipo no era abstracto, era preciso y minucioso. No mandó a matar millones, firmaba las sentencias con nombre y apellido. Tenía una memoria prodigiosa y un rencor helado e indeleble.
El tema da para mucho, pero, resumiendo jíbaramente, Stalin fue un monstruo perfecto, pero por todas las razones por las que es también absoluta y extraordinariamente, humano, en la más deplorable de las acepciones.

Avisá cuando lo termines (me gustaría comentar más sobre el papel de Beria).
Abrazo,
Kind of Bluess

el de adentro dijo...

Kind of, que alegría leerlo. Yo todavía estoy en el principio del Gran Terror. Lo de Beria viene anunciado en carteles de neón por Montefiore, pero todavía no llegué a su esplendor.

Coincido con las apreciaciones del Hitla vs Stalin... lo otro que asusta particularmente en el caso de Stalin es que mientras H es mucho más un maverick, un self made man, S es fruto del Partido. H creó su propio sistema, mientras que S es hijo del suyo. Aviso cuando termine.

Anónimo dijo...

comentá algunas de las reacciones, comentarios y charlas internas que mencionás! qué decían esos gurkas cuando se enteraban que todo el mundo se cagaba de hambre?