La diplomacia tiene un código de honor propio, tiene un estándar con el que mide todo lo demás. Ese código no guarda necesaria relación con un código moral, ese estándar no tiene nada que ver con la justicia de las causas... El diplomático considera honorable todo aquello que le trae éxito, todo es justo mientras le sea útil para lograr sus objetivos. Si hay que engañar, engañará; si la mentira le es útil, mentirá; si la coima ayuda, coimeará; si el crimen sirve, ordenará matar; si el robo, seducción, falsificación o prender fuego le aseguran éxito, hará todas y cada una de esas cosas... Y, a pesar de todo, el diplomático seguirá siendo el ejemplo de la honorabilidad - un perfecto caballero (...)
Esto lo escribió un socialista revolucionario irlandés, James Connolly, en 1915. Bah, en aquella época había serios problemas de logística en la distribución de alimentos (no existía la refrigeración) y en las ciudades la gente consumía mucha comida en estado deplorable de conservación, lo que generaba todo tipo de complicaciones en materia estomacal e intestinal, con su consecuente malestar. Creo que por eso también la gente se tomaba todo muy a pecho, en esa época.
Yo, igual, nada que ver, ¿eh?
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