Entiendo que este es un tema sensible para muchos colegas que se oponen a la existencia misma de las agregadurías, pero la complejidad de los temas en la agenda internacional requiere mayor especialización de los agentes a cargo de la relación entre Estados. En la Cancillería tenemos un excelente cuerpo técnico, pero somos pocos. Una Embajada con una Agregaduría Agrícola, por ejemplo, permite que los recursos de la sección comercial se dediquen a productos industriales y servicios. El hecho de recibir instrucciones directamente de Paseo Colón les permite además un mejor diálogo con las autoridades sanitarias locales.
Además debo decir que las pocas agregadurías que conozco laburan bien. En China, por ejemplo, las empresas de genética estaban chochas con las agendas armadas por el agregado, que cubrieron a los principales actores chinos del sector con interés concreto en el producto argentino. Asignar recursos del Estado para promocionar y fomentar los intercambios en un rubro específico, sea agrícola, financiero, cultural, o de infraestructura, y en un destino también específico donde ese rubro adquiera especial interés, puede traer beneficios importantes.
Puedo estar equivocado, pero me da la impresión que el funcionamiento de las agregadurías es algo bastante ad-hoc y que depende bastante de las relaciones interpersonales. Si queremos desparalelizar las diplomacias, tenemos que encontrar los canales institucionales para integrar a los agentes de otros organismos del Estado en el funcionamiento de la Cancillería cuando cumplen funciones en el exterior. Y asegurar la autoridad del Jefe de Misión.
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