domingo, 4 de julio de 2010

Potencia

China e India son dos potencias emergentes asiaticas que concentran 2/5 de la población mundial. Ya se ha escrito un montón sobre los BRICs a las y las potencialidades de los mercados emergentes en la economía mundial, y no es mi intención agregar nada demasiado analítico a las discusiones existentes, por lo que me voy a limitar a escribir un post impresionista sobre distintos caminos que eligen distintos sistemas políticos en busca de un objetivo común. Aclaro que no conozco mucho de ninguno de los dos países, pero que he tenido la oportunidad de vacacionar y trabajar en ambos, lo que me habilita a emitir un montón de opiniones sin mucho fundamento.


El otro día, cené en un restaurant de Beijing con un joven padawan, cuyas opiniones sobre el estado actual de la economía china resumo a continuación:


- El crecimiento económico, las inversiones extranjeras directas y las exportaciones chinas en los últimos años han sido impresionantes, y permiten pronosticar un futuro brillante de superpotencia

- Ciertas libertades individuales que se ven momentaneamente postergadas en favor del desarrollo irán siendo gradualmente concedidas al pueblo chino por sus iluminados gobernantes, a medida que la situación así lo permita

- La rapidez de la incorporación de población ex-pobre a la clase media china es un fenómeno sin precedentes en la historia económica mundial

- Si bien no se puede decir aún que China sea un país desarrollado, la propia fuerza de los números le otorga un status especial en el escenario internacional


En determinado momento mi cabeza se fue de la charla, y me pintó nostalgia por la Unión Soviética. Me puse a pensar en todos los analistas de los años '60 que, maravillados por la experiencia soviética, se lanzaron a pronosticar el momento exacto en que la U.R.S.S. pasaría a Estados Unidos como primera economía del mundo, y las implicancias para el capitalismo. Sin ningunas ganas de pinchar el entusiasmo del joven padawan por estar viviendo una auténtica epifanía comunista, modestamente le plantée mis reservas a sus votos de un nuevo Gran Paso Adelante. Su respuesta un poco me desconcertó:


- No podés comparar un sistema cerrado, represivo, ineficiente y corrupto con una economía de libre mercado, abierta, capitalista y que incentiva el desarrollo individual y la libre empresa y donde se puede tomar coca-cola.


Puede ser efecto de la contaminación ambiental imperante en esta ciudad tan gris, pero la verdad no entendí muy bien cual sería cual. Para simplificar las cosas, asumamos que cuando hablamos de Imperio del Mal, estamos hablando de Moscú. Y la verdad es que sí hay diferencias sustanciales entre ambas experiencias. Hoy en día es difícil hasta imaginarlo, pero hubo un momento donde realmente la Unión Soviética estuvo a pocos pasos de ser un país desarrollado, mientras que China sigue siendo un típico país del tercer mundo con diferencias sociales profundas y a varias décadas de poder cerrar el gap de productividad que la separa de un país desarrollado, aún manteniendo el ritmo de crecimiento actual.


Es obvio que no quiero disminuir los logros de las políticas económicas de China de los últimos 20 años, y si hay algo que el de adentro respeta son las políticas públicas que crean clase media donde antes había pobreza, pero aunque una vez sugerí tener bolas de cristal, la verdad es que no las tengo. Digo, ni siquiera puedo predecir la diarrea que tendré mañana efecto del pollito a la Szichuan de hoy, cuanto más el lugar que ocupará China en el escenario de naciones en 2030. Sé que los desafíos que enfrenta son considerables, y que cuando una sociedad no tiene válvula de escape para las tensiones que el mismo proceso de desarrollo acumula, el gas se termina escapando por otro agujero...


Porque digo, no es como que exista libertad de expresión, de manifestación u otras de las boludeces que en Occidente tanto valoramos. Uno critica (con toda razón) el mamarracho institucional armado para disfrazar el aumento de la inflación en la Argentina (y de paso pagar menos morlacos en concepto de intereses de la deuda), pero es difícil imaginar la vida en un país donde todas las estadísticas son dibujadas o directamente inventadas, y donde uno no puede ni siquiera confiar en el año de fundación del país. Existe una creencia generalizada entre varios sinólogos de que, ante la opción, los chinos elegirían el crecimiento actual antes que tener una democracia operativa. El único problema con este razonamiento es que nadie nunca les preguntó a los chinos qué opinan de eso.


Uno siempre escucha el viejo argumento de que un sistema autoritario te permite realizar reformas económicas pro-crecimiento sin tomar en cuenta los costos del ajuste. Ahora bien, las sociedades con las que uno se quiere parecer son todas sociedades en las cuales los gobiernos toman en cuenta dichos costos, y compensan a los afectados por cualquier reforma para no disminuir el bienestar de nadie. Entonces entramos en un caso clásico de ilusionarse pensando que el sufrimiento trae la buenaventura a la larga. En el barrio, a ese comportamiento le decimos masoquismo.


¿Y la India? La India es una sociedad multiétnica del tercer mundo como la china, semejantes en eso de ser potencias emergentes con gran población y deudas sociales que requieren varias generaciones de crecimiento para saldar. Una gran diferencia es que la pobreza, en la India, no se esconde. La sociedad india es transparente en el sentido que las politicas publicas apuntan a solucionar los problemas, y no disfrazarlos como se hace en China. Cualquiera que visite las capitales de ambos paises termina con la sensacion de que China es una economia mucho mas pujante que India, y la diferencia en si no es tan grande como las torres de Beijing hacen suponer. En otras palabras, no es absurdo pensar que una economia pobre que asigna tantos recursos a obras faraonicas este desvistiendo a santos en otras partes del pais.


¿Qué pasa, entonces, con los santos desnudos? Hace año y medio, en Mumbai, me tocó presenciar una especie de piquete de pobladores de una villa miseria de pescadores incrustada en pleno corazón del barrio noble de la ciudad y frente al mar. La ciudad de Mumbai pretendía desalojar a los habitantes de la villa para construir torres de lujo, pero los pescadores no querían saber nada de esos planes de "progreso". Porque la verdad es que no sólo en la Argentina el "progreso" parece ser una categoría excluyente, poco más que mandar a los pobres bien lejos de la vista de los ciudadanos "de bien". Y la realidad es que una dictadura cuenta con recursos para hacer que los pobres que no quieren ser mandados a un agujero en las afueras "entren en razón" o queden sepultados bajo las topadoras o atrás de muros.


Pero mi impresión es que pasar la topadora por las villas sin solucionar los problemas subyacentes que hacen que exista población villera no es sólo una cuestión ética o de valores, sino que también tiene implicancias económicas a futuro. A menos que uno comparta ciertas visiones gorilas de la pobreza (por ejemplo, que los pobres son pobres porque son vagos y se gastan la AUH en paco y putas), la aceptación de que la población vulnerable tiene demandas legítimas que deben ser satisfechas antes de pasar la topadora permite liberar tensiones. Como los terremotitos que acomodan a las placas tectónicas y a la larga terminan evitando un tsunami. El proceso democrático es engorroso (y mucho más en un país fragmentado y populoso como la India), pero a la larga permite que ciertos consensos básicos emerjan y se mantengan en el tiempo.


Es una diferencia conceptual bastante sencilla, pero cuyas implicancias son difíciles de medir. De un lado, tenemos el impacto positivo inmediato en el PBI de la construcción de torres de vidrio y aluminio, que quedan listas en 24 meses. Del otro lado, tenemos un proceso continuo de creación de ciudadanos.


5 comentarios:

Anónimo dijo...

Bien, bien, bien, caro blogger! Estuve en la India y durante largo rato escuché hablar de China, a pesar de que dicen que no les preocupa. No solo les preocupa, sino que la envidian. Una pena! Les decía a mis interlocutores indios algo parecido a lo que decis: es muy "facil" crecer como crece China, redireccionar recursos como hace China si para convencer a los sujetos pasivos de esas decisiones usas la fuerza o a la aniquilación pura y dura. Sin embargo, y confirmame si me equivoco, me parece que el nivel de miseria (que yo creía desterrada como los valles de leprosos de antaño)que existe en la India ya no existe en China gracias al exiguo goteo, pero goteo al fin, que provocó el crecimiento chino sostenido durante casi tres décadas? Abrazos y espero que puedas disfrutar de la misión con HT y PNA. Brutus!

el de adentro dijo...

Caro Brutus, la miseria no está desterrada ni en China ni en la India. Ni en Latinoamérica, para no ir tan lejos. Miseria es no tener para comer. Y este mapa es indicativo: http://en.wikipedia.org/wiki/File:Percentage_population_undernourished_world_map.PNG
En la India se ve mucho mas miseria por dos razones: porque hay mas miseria, punto, y porque no la esconden ni la concentran. En pocas palabras, porque si a un gobernante de la India se le ocurre pasar la topadora por la Villa XXXI para construir en su lugar Puerto Madero IV y mandar a sus habitantes a un hermoso monobloque en Laferrére, se le arma la podrida. Y los chinos van y usan el cuchillo.

Anónimo dijo...

El tema del post es de lo más interesante. En general, la discusión teórica sobre si los gobiernos autoritarios son, salvo para ciertos países privilegiados, el único camino al desarrollo, suele estar mal encaminada (y por lo general se terminan santificando dictadores selectivamentes, tildándolos de estadistas).
En este caso, analizar paralelamente china e india creo que permite darle otras vueltas de tuerca al análisis. Siempre y cuando tengamos en cuenta que ambos casos, por desmesurados, son inevitablemente sui generis. Me parece tan inexplicable que un gobierno autoritario pueda gobernar mil trescientos millones de personas como que una democracia pueda gobernar mil cien millones.
Eso, como hacen?

Kind of blues

el de adentro dijo...

Es un verdadero dilema, KindOf... la comparación es inevitable aunque las realidades sean incomparables. No tengo muy en claro cómo lo hacen, pero lo hacen y eso ya es admirable de por sí. Volviendo a un tema que planteó Brutus, de la envidia de los indios, la reacción de los chinos también es muy reveladora. Ellos sienten que uno los debe comparar a EE.UU., no a la India. Cuando hablamos de Shanghai, por ejemplo, quieren que la compares con Tokio o Nueva York, y medio que se te ofenden si la comparás con Mumbai o San Pablo.

Anónimo dijo...

¿qué tanto influye la religión en el no ocultar la pobreza?