domingo, 14 de noviembre de 2010

Marque G para gobernabilidad

Me detuve leyendo este buenísimo post de Abel, donde se pregunta cómo sigue esto del G-20. Y me puse a pensar un poco en este tema. ¿Qué es el G-20? ¿Qué son los G en general? En el fondo, no puedo dejar de pensar que la proliferación de Gs en las relaciones internacionales es parte de un proceso de desinstitucionalización de la forma en la que los países tratan entre ellos. Un poco el proceso inverso a lo que ocurrió después de la II Guerra Mundial, en la cual se crearon las instituciones que dotarían de gobernabilidad al sistema internacional (Naciones Unidas y Bretton Woods).

Hace un par de meses escribí sobre distintas opciones institucionales para tratar entre todos temas que nos interesan a todos, como el valor del renminbi. En ese post tuve una postura muy entusiasta sobre el rol del G-20 (principalmente por razones pragmáticas: porque estamos adentro) en esto que Abel llama la "gobernanza global". Pero tampoco podemos olvidar que el G-20 es un parche.


El sueño racionalista de la interdependencia compleja, de contar con una colección de organismos internacionales a los que los Estados delegarían soberanía en nombre de la gobernabilidad y legitimidad sistémicas, quedó hecho trizas con la Doctrina Bush. El juego de la interdependencia implica seguridad colectiva y limitaciones al uso de la fuerza, que se reserva para casos de auto-defensa. La Doctrina Bush establece nuevas reglas de juego: unilateralismo y uso preventivo de la fuerza (o sea, ataque).


Si los organismos internacionales son un foro para tratar los temas que nos interesan a todos de forma colectiva estableciendo parámetros comunes a priori dentro de los cuales los Estados llevan a cabo sus políticas nacionales, los G son foros donde los decisores últimos (los Jefes de Estado) se juntan para declamar sus políticas nacionales. Es a posteriori que un grupo de redactores elaboran un documento común, aceptable para los (pocos) participantes, en el cual de cierta forma se baja la línea que deben seguir los demás participantes del sistema, excluídos ahora del proceso decisorio.


Entonces, este proceso de G-veintización de las relaciones internacionales responde a una lógica poderosa: ante la ausencia de mecanismos multilaterales creíbles de resolución de conflictos internacionales, los líderes de los países poderosos reclaman para sí el gerenciamiento temporario de los conflictos. Pero no puede ser más que temporario, aunque más no sea porque los líderes van a necesitar chivos expiatorios para sus eventuales fracasos. Si de hecho se concretara la guerra cambiaria que todos tememos, no sería un fracaso del sistema, de las instituciones o de las reglas: el fracaso es de Obama, Hu Jintao y las/los otros 18 líderes que se sentaron en esa mesa a tratar de evitar la guerra.


Por ahora, estos encuentros ad-hoc (que estoy seguro que se van a mantener en el tiempo, independientemente de la nueva estructura internacional que surja) sirven para lo que Abel correctamente identifica "como caja de resonancia para (que diplomáticos y, en ocasiones, jefes de Estado puedan) decir banalidades sobre los problemas del mundo, reemplazando en eso a las Naciones Unidas." De nuevo, las razones de sistema.


Pero en un momento no muy distante, no sé si en 2012, 2015 o 2020, nos vamos a tener que sentar, todos los países, a ver qué joraca hacemos con las ruinas de San Francisco y Bretton Woods. Va a ser un quilombo, je je je. ¡No me la quiero perder!

1 comentario:

Anónimo dijo...

estimado

esto es la conferencia de berlin

saludos

ayj