En su comentario de ayer, Rober describió:
No entiendo en qué situación minimizar los lazos con los de afuera puede maximizar el bienestar de los de adentro. No me convence el ejemplo de que un país se aisle para no pagar deudas (justas o injustas). Obviamente, tampoco va a salir a pechar si no tiene un mango en el bolsillo, pero las relaciones internacionales sirven, aunque nadie lo crea, para lograr distintos objetivos nacionales. Habrá que cambiar el perfil, redireccionar los cañones, bajar la cabeza, pero ignorar el mundo no me parece recomendable.
Efectivamente las relaciones internacionales sirven para lograr distintos objetivos nacionales. Y en cualquier momento histórico un país, en el cumplimiento de su interés nacional, elige dentro de todas las relaciones internacionales posibles aquellas que considera que mejor le van a permitir lograr esos objetivos. La política exterior también es asignación de recursos, no por nada nuestra operación en Brasil nos cuesta millones de dólares por año, y a Burundi la mandamos a nuestra Sigourney Weaver, la admirable Embajadora Pataro, cada no sé cuantos años.
Esos recursos son parte de una bolsa global de recursos que un consenso político interno asigna según sus prioridades en ese momento. El mismo nivel global de relaciones con el afuera (en oposición a recursos destinados exclusivamente al adentro) es consecuencia de ese consenso interno. Aunque muchos países tienen una veta aislacionista importante (EE.UU. siendo un caso típico e interesante), en los últimos 100 años hemos visto unos pocos casos de aislacionismo extremo, o políticas de autarquía. Los casos que conozco son pocos: Bhutan, Norcorea y su interés nacional definido en términos de auto-suficiencia, los talibanes, Albania, no sé si el caso de España de Franco califica. Bah, ningún caso cool que uno pueda usar para justificar un argumento (aunque cuando yo era adolescente tenía unos amigos del PCdoB, el partido que quería instalar un sistema comunista del tipo albano en Brasil, una excelente idea, je je je).
Es muy difícil encontrar en la literatura económica material sobre las ventajas económicas de la autarquía. Pero sí hay mucho sobre los beneficios del comercio (que son, por definición, iguales a los costos de la autarquía). Por ejemplo, está Lectures on International Trade, de Bhagwati (el anti-Stiglitz), Panagariya y Srinivasan, que dedica su capítulo 18 a Gains from Trade. La proposición básica es que “some trade is better than no trade”. En términos de utilidad (un buen Proxy para el bienestar), eso implica que “one can make one consumer better off and none of the others worse off”.
Pero, y siempre hay peros, en la pág. 267 Bhaghwati te hace un par de advertencias técnicas sobre situaciones en las que el comercio puede teóricamente generar un resultado no Pareto-eficiente, y suenan las alarmas en un escándalo de proporciones éticas e inéditas cuando la Biblia del Libre Comercio te advierte que hay que usar el principio de la compensación: el teorema te indica que cuando la redistribución (de las ganancias del comercio) no es posible o no se hace, una situación de autarquía puede ser preferible a una situación de algún comercio. Y te da un ejemplo teórico de dos ciudadanos, “el pobre y el príncipe”, en la cual el político puede preferir una situación de autarquía.
Yendo al teorema básico con precios, el mismo se resume en: “free trade is better than no trade”. Pero en la página 270, te repite el temita de la redistribución:
Given an allocation achieved under autarky, one can find a system of world trade prices and domestic lump-sum transfers for which there will exist a competitive equilibrium allocation that will be at least as satisfactory as autarky for every consumer.
Yo ya estoy quemado de leerme todo el capítulo 18 de nuevo (blog también es cultura), así que le pido a algún economista que lo explique. Pero bueno, tampoco es tan importante, porque en el fondo esto sólo está realmente probado para economías pequeñas y competitivas. Si sos grande, bajo determinadas condiciones de términos de intercambio podés encontrar una situación de autarquía superior al libre comercio. O sea, teóricamente sí es posible encontrar situaciones en las cuales minimizar los lazos con el afuera (por lo menos los lazos comerciales) puede maximizar el bienestar de los de adentro.
Pero bueno, todo esto es muy teórico y no estamos necesariamente hablando de situaciones reales. A mi se me ocurren montones de ejemplos en los que minimizar los lazos con el afuera (sin tener que cortarlos) puede ser beneficioso para los de adentro, aunque sea por un tiempo limitado. Pero prefiero escuchar situaciones que se les ocurran a los demás.
Hay una frase de Rober con la que estoy casi totalmente de acuerdo, pero se la reformulo un poco: habrá que cambiar un poco el perfil, redireccionar un poco los cañones, bajar un poco la cabeza, pero ignorar el mundo no me parece recomendable. Hay que empezar a pensar en la política exterior cuando terminemos de pagar las cuotas para reingresar definitivamente al mundo.
Y al final me fui al carajo con esas boludeces tan teóricas, como si fuéramos intelectuales. Porque este post era para hablar de cosas importantes, cosas románticas. Pero es tarde, y el romanticismo queda para la próxima.
6 comentarios:
Muy economicista lo tuyo... ratificás mi crítica a la visión actual de la política exterior como "vender productos argentinos en el exterior" (y el corolario Moreno: comprar lo menos posible). Me parece una versión manolítica de la política exterior (de Manolito, el gallego de Mafalda). Es cierto que teóricamente debe haber alguna variación de la autarquía igualmente beneficiosa que el libre comercio, pero siempre en términos económicos. Desde el punto de vista político, no me puedo imaginar ningún caso en que sea beneficioso aislarse. Esa visión economicista se traduce, lamentablemente, en la debilitación de las relaciones políticas, que son una inversión a largo plazo.
Está todo muy bien, pero si tengo que elegir entre los criterios de Bhagwati para preferir a una autarquía sobre la apertura, y Doña Rosa que me dice "yo pienso de que hay que llevarse bien con los de afuera, porque a largo plazo portarse bien paga", me quedo con Bhagwati. La sabiduría popular es sabia, pero no reemplaza a la teoría. Mové el orto, prepará un post sobre qué dice la teoría política sobre el aislacionismo o la autarquía, y podemos empezar a discutir. Yo no seré un gran teórico, pero ayer me tomé 3 horas para revisar las teorías de beneficios del comercio y poder armar un post un poquito más elaborado que los anteriores. Si es así, no leo nada más y te contesto directamente: sho opino de que, si en comercio podés encontrar argumentos a favor de minimizar los lazos, entonces seguro que en teoría política también hay. Porque todo en este mundo está interrelacionado, y los que quieren separar economía de política están re-pasados de moda (??)
sorry, pero ni en pedo agarro un libro para estas blogudeces..., ah, y el sentido común no es "doñarosismo" y Bhagwati es un ladrón de gallinas.
Chicos, si se ponen en difíciles no los puedo seguir. Para mí que ustedes dos siguen discutiendo en un espacio no virtual y me estoy perdiendo algo! jaja. En cualquier caso, me quedo con la tristemente verdadera proposición "Hay que empezar a pensar en la política exterior cuando terminemos de pagar las cuotas para reingresar definitivamente al mundo" a la que agrego que, en la medida en que nos vamos reacoplando como efectivamente ocurre, se pueden empezar a tirar líneas. La opción es indispensable, pero no la única. Brutus
En lugar de mi última frase debería leerse "La opción regional es indispensable, pero no la única." Salutti, Brutus.
je je je, Brutus, no seguimos discutiendo afuera del blog, pero lo que pasa es que Rober y yo nos entendemos muy bien. El es un conservador revolucionario, y yo soy un revolucionario conservador, entonces compartimos códigos, jua jua jua jua.
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